- Mientras millones de chilenos no saben qué hacer con los regalos que Dios les obsequió esta Navidad, Manuelita Carreño, si sabe cómo agradecer al Creador por el siglo de vida recibido y que la coloca a partir del pasado 22 de diciembre como la Mujer Centenaria capaz de recordar con claridad detalles de su niñez vivida en Viña del Mar hace más de un siglo.
Roberto González Short – rgonzalez@eltrabajo.cl
Antes de que inauguraran el tristemente célebre barco Titanic en los Estados Unidos, en 1912, ya ella respiraba el fresco aire de Viña del Mar. Hoy queremos compartir con los lectores de DIARIO EL TRABAJO una reseña de la historia de Manuela del Carmen Carreño Lobos, nacida el viernes 22 de diciembre de 1911 en Viña del Mar, Chile.
El pasado jueves 22 de diciembre, a ella le celebraron su centenario. Un siglo después de haber nacido, decenas de personas llegaron a felicitarla por sus diez décadas de vida. Tras una misa de agradecimiento celebrada por su familia, el alcalde Jaime Amar, en representación de todos los sanfelipeños, se hizo presente para compartir y celebrar con Manuelita de la fiesta en su honor realizada en la población Eusebio Lillo.
«Cuando yo tenía unos tres años, en 1914, a papá le ofrecieron trabajo en una salitrera en Iquique, ahí me llevaron y ahí me crié. Ya jovencita, mi madre se enfadaba mucho conmigo porque los vecinos me buscaban para cuidar enfermos en las comunas», recuerda, con voz pausada, Manuelita Carreño.
CRISIS DEL SALITRE
En el año 1931 la “Crisis del Salitre” en Chile alcanzó ribetes trágicos: la falta de liquidez impedía el abastecimiento de los productos de consumo básico en los mercados externos, lo que aumentó los niveles de tensión entre los distintos grupos sociales. El fuerte descenso del poder adquisitivo de los chilenos y la cesantía, que aumentaba exponencialmente, obligaron al gobierno de Ibáñez a suspender el pago de la deuda externa, así las cosas, la familia de Manuelita optó por emigrar a Viña Errázuriz en Panquehue.
“MANUELITA NO TE VAYAS”
Esta cálida abuelita compartió con DIARIO EL TRABAJO parte de los recuerdos que aún guarda en su memoria centenaria.
«Me casé a mis 35 años. Con el pasar de la vida sobreviví a siete operaciones, superé males de Vesícula, Nervio Ciático, Meningitis y otras enfermedades. Me desempeñé como cuidadora de enfermos en mis años de soltera y de “Rezadora” luego de que me casé, tuve cuatro hijos, recuerdo cuando nos veníamos para Panquehue: ‘Manuelita no te vayas, no nos dejes solos’, me decían los vecinos en Iquique», recuerda doña Manuela.
A la fiesta del centenario de doña Manuela asistió mucha gente, sus cuatro hijos y muchas personas que conocen de la ternura de la ancianita.
«Estoy muy, pero muy feliz por mi cumpleaños, siempre le pedí a Dios mucha paz en mi vida, y Él me la ha dado, mi familia me cuida y me quieren mucho, sé que Dios tuvo siempre todo preparado para mí, cada momento que me ha permitido vivir», afirmó sabiamente Manuelita.
Trajo cuatro hijos al mundo: Francisco, Adriana, Verónica y Adrián Díaz, de esos hijos han llegado catorce nietos para alegrar la vida de Manuelita, cinco bisnietos y dos tataranietos que la coronan de honra para su paz interior.
Por muchos años, Manuelita se encargó como “Rezadora”, de presentar los Novenarios, fiestas de Navidad y otras que se realizan en las comunas en donde ella siempre apoyó con su habilidosa memoria, recordar poemas y canciones siempre se le hizo fácil, por ello siempre ha sido solicitada en donde vivía.
Posiblemente Manuelita cuente con unos 104 años de vida, pues en aquellos años los niños eran presentados ante el Registro Civil cuando éstos ya caminaban y hablaban.
DIARIO EL TRABAJO felicita a Manuelita en éste, su siglo de vida, y felicita a su familia por saber cuidar de ella en todo lo referente a sus necesidades personales.