- Esta es una de las historias de altruismo, sacrificio y abnegación por servir a los demás, protagonizada por Jorge Saavedra y su esposa Jeanette Saavedra, quienes hallaron en abandono este coloso del tiempo y lo dejaron como nuevo. Un reportaje Especial de Diario El Trabajo.
Tal como lo hizo el Dr. Emmett Lathrop Brown, apodado ‘Doc’ en la trilogía de películas Regreso al Futuro, quien vivió todas sus aventuras en torno a un histórico reloj, mismo que a resumidas cuentas él fabricó en la parte 3, (en el año 1885), así pareciera también estar girando la vida de un sanfelipeño amante de la mecánica fina y egresado de la Escuela Industrial de San Felipe, quien desde 2011 se hizo cargo de recuperar y dar mantenimiento al enorme reloj de la iglesia de San Antonio de Padua, ubicada en El Almendral.
Se trata de Jorge Saavedra Ramírez, de 59 años, un hombre nacido en Panquehue, pero que vive en El Almendral desde hace 15 años. Él trabaja en Mantenimiento Industrial de Enjoy Santiago y tiene dos hijos. Saavedra asumió el desafío de restaurar el reloj de la torre principal de la iglesia en abril de 2011, es por ello que a cuatro años de su hazaña, Diario El Trabajo habló con él, para conocer de cerca cómo funciona este reloj y en qué estado encontró la torre y la complicada maquinaria.
A SOLAS CON EL RELOJERO
– ¿Cómo llegas a interesarte y aprendes este oficio de relojero?
– Desde niño me gustó revisar las maquinarias y en las cosas que habían en mi alcance. Yo vivía en Fundo Colunquén, a 8 km de San Felipe, y en ese lugar lo único que podía ver eran los tractores, las rastras y lo arados. Nunca me interesaron los animales, me daban susto. Yo me dedicaba a curiosear los tractores. Mi padre era tractorista, y desde niño me entusiasmé por armar maquinarias y entender la electricidad, cómo funcionaba y desde luego, comprender la mecánica.
– ¿En dónde cursaste tus estudios generales?
– Estudié en la Escuela Industrial, egresando el año 1974. Después tuve la ocasión de ir a estudiar a la Universidad Federico Santa María de Valparaíso. Ahí gracias a una beca, pude conocer más sobre tecnología.
– ¿Y de qué manera descubres que la relojería era lo tuyo?
– Yo me hice relojero por la mecánica fina que aprendí, estudiando los videos grabadores, caseteras y tocadiscos que hacíamos en capacitaciones propias, con un grupo técnico-electrónico, sumada a las primeras capacitaciones que nos dieron en los años 80 la industria de radio-tv. Entonces yo me hice técnico electrónico gracias al servicio IRT, y ahí aprendí Mecánica fina. Entonces cuando vine a ver este reloj, me di cuenta que podía entenderlo y dejarlo funcionando. Esto lo hicimos con mi gran ayudante, mi señora, Jeanette Saavedra.
– ¿Cómo estaba la torre y el reloj?
– Toda la torre estaba en su interior, sucia y llena de fecas de palomas, el reloj estaba desarmado y muy dañado, no funcionaba.
– ¿Cómo financiaste este enorme trabajo?
– Esto lo hicimos con mi gran ayudante, mi señora, Jeanette Saavedra de manera gratuita. Nadie me paga por mantenerlo, ni por darle cuerda.
– ¿Atiendes más relojes en Chile?
– No he atendido ningún otro, porque pareciera que hay alguien que atiende otros, pero no lo hace bien. Yo he visto el reloj de Estación Central en Santiago y el de la Iglesia San Francisco, están atrasados y detenidos. Incluso el de Los Andes, ya no tiene las campanas, está a la hora, pero no avisa. Entonces yo atiendo éste porque nunca me han dejado atender a otro.
– ¿Y cómo llegaste a reparar este reloj en particular?
– Un día mi nieto debía hacer una tarea para su escuela sobre un monumento nacional, y yo lo traje hasta la Iglesia. Me puse en contacto con el encargado de la parroquia en ese momento, y le dije que me gustaría ver el reloj. Cuando llegué, encontré los mazos, el péndulo botado, todo detenido y llenos de fecas de paloma. Muy sucio. Entonces les dije que me gustaría intentar repararlo, pero que nadie sepa, en silencio, con el fin de que si no resultaba no resultó nomás. Pero afortunadamente resultó bien, lo hicimos funcionar. Le avisamos al Cura y él algo intuía, porque con la gente de acá sentían sonar las campanas, ‘como que se mueven con el viento, a lo mejor se van a caer’; decían las vecinas. Y no po’, éramos nosotros quienes estábamos reparando las campanas desde arriba, trabajando un mes, de diez de la mañana a 01 de la madrugada del otro día en todo esto.
– ¿Cómo funciona el mecanismo de cuerda de este enorme reloj?
– A este reloj le doy cuerda cada siete días, porque como es común de los relojes, nunca hay que dejar que se termine la cuerda, porque al apoyar las pesas de abajo, que son muy pesadas, se descontrola el sistema mecánico, se aliviana. De esta manera logro que el reloj tenga una pequeña diferencia de siete segundos por día. Hemos logrado tener una exactitud casi de un 99%.
– ¿Tuvo problemas para dejarlo tan exacto, tal como funciona ahora?
– Este reloj fue fabricado en el año 1882 en la ciudad de Dortmud, Alemania, cuando recién lo reparé, yo puse la esfera que da hacia mi casa, solamente conectada con el fin de poder controlarlo. Y me ocurría que se me adelantaba en cinco minutos por día, entonces volvía y lo corregía, después se me atrasaba cinco más, y no podría dar con la exactitud. Entonces pensé dejarlo así. Si se atrasa, lo dejo adelantado dos minutos y medio. Al tercer día va a estar exacto y cuando tenga que darle cuerda va a estar atrasado dos minutos y medio, por lo tanto nadie se va a dar cuenta que está a dos minutos y medio de diferencia. Y vine y conecté las esferas, con mucho asombró descubrí que quedó exacto, estaba calculado el peso de las cuatro esferas.
– ¿Pero entonces, cómo se llama la técnica específica que utilizas?
– Yo hago una especie de retro-ingeniería. Es decir, volver hacia atrás, lo que pensó el ingeniero al diseñar. Desde el comienzo hacia atrás, y de esa forma descubrir cómo hicieron este reloj.
– ¿Qué te llevó a realizar esta acción para la Iglesia?
– Independientemente de no ser católico, a mí me interesa que esto, como monumento nacional y patrimonio de nuestra ciudad, no se pierda. Que se mantenga sin ser intervenido, porque he visto otras parroquias en donde han cambiado los relojes por mecanismos modernos. Lo ideal es que se mantenga 100% original, y de eso me voy a encargar mientras pueda y me lo permitan.
Así es entonces apreciado lector, cada vez que estas campanas repiquen y cada vez que consultes la hora en este reloj, recuerden que detrás de este servicio está don Jorge Saavedra Ramírez, vigilando siempre de su buen funcionamiento. Por su labor don Jorge, por su aporte doña Jeanette, en Diario El Trabajo le decimos hoy Muchísimas gracias!
Felipe Faúndez Mansilla
Roberto González Short
rgonzalez@eltrabajo.cl
Como puedo ubicar a don Jorge Saavedra tiene añgun telefono donde ubicarlo?