Exregidora Baraquett cuenta su experiencia tras Golpe y exilio
En un escenario nacional en donde los colores y nombres de partidos políticos siguen significando mucho para unos y para otros, en Diario El Trabajo buscamos con este reportaje especial, compartir con nuestros lectores la historia de un apasionado ser humano; una mujer valiente y defensora de sus propias convicciones, quien pagó muy caro que se instaurara la dictadura en Chile, por su condición de ser regidora socialista de San Felipe en 1973.
Sería muy fácil para nosotros como medio de comunicación redactar un resumen de la vida de Adela Baraquett Jorratt, hija de libaneses, quien después de ser expulsada de nuestro país, regresó en octubre de 2015 a su amado San Felipe.
Baraquet fue regidora (actual cargo de concejal) en los tiempos del finado alcalde Juan Fuentes, en esos tiempos no existían dietas ni salarios para los servidores municipales, por lo que para poder ejercerlos había que tener un gran compromiso social y estar muy bien parado para defender sus planteamientos y los de sus respectivos partidos.

A SOLAS CON BARAQUETT
Una vez el Golpe, los principales líderes reaccionarios en todo Chile fueron llamados a rendir cuentas, algunos fueron apresados; de otros aún se sabe algo; muchos se autoexiliaron y otros fueron sometidos a dudosos consejos de guerra, como fue el caso de nuestra entrevistada.
– ¿Cuándo fue detenida usted y por qué?
– A mí me apresaron el mismo día del golpe de Estado. Estaba en mi casa y de ahí salí esposada hacia la correccional que estaba en las cercanías de Avenida Yungay. Ahí permanecí 15 días sometida a duros interrogatorios, pues para ellos, para los militares, ‘yo era un peligro público’, ‘una terrorista’, lo cual no es verdad.
– ¿Era usted una mujer violenta?
– Imposible. Nunca he sido violenta. Con mi esposo Carlos Jiménez llegamos a San Felipe en 1964, él me acercó al Partido Socialista, así empecé a compartir mi tiempo en dos cosas, una parte como ama de casa y la otra como militante del partido.
– ¿Cómo se involucraba usted con las Fuerzas Vivas de la comuna?
– Bueno, yo estaba comprometida con los más desvalidos, soy allendista, empecé a coordinar trabajos con las escuelas de la comuna, por ejemplo en la Escuela JFK me las arreglé para hacer y vender empanadas, para poder reunir dinero y lograr que esa escuela tuviera por fin una cancha de básquet, así se hacían las cosas antes, había que ser frontal con las necesidades y gestionar soluciones, de igual forma pude trabajar con otras escuelas.
– ¿Cómo pasaste de ser una voluntaria a una regidora?
– En 1971 el Partido Socialista realizó una ampliación, así, me sorprendí cuando postularon mi nombre para regidora, y más sorprendida quedé cuando fui nombrada como tal, así las cosas, tomé fuerzas para poder ayudar más, eran tiempos en donde muchos partidos funcionábamos como la UP (Unidad Popular), por lo que todos los militantes ajenos al nuevo aparato de gobierno nos constituimos automáticamente en una amenaza para Pinochet. Fui regidora desde 1971 al 11 de septiembre 1973.
– Sigamos con su detención, ¿cuánto tiempo siguió presa?
– Regresando al tema de mi permanencia en prisión, duré seis meses presa, durante ese medio año fui sometida a torturas; a otras mujeres también detenidas se les obligó a testificar en mi contra, ellas, golpeadas e intimidadas, tuvieron que decir que yo era una terrorista que comandaba grupos armados en San Felipe, los militares me llamaban ‘La Terrorista’, y me amenazaban constantemente.
– ¿Qué clase de amenazas recibía usted de los militares?
– Eran amenazas directas, a veces en la mañana, cuando estaba presa, algunos militares me llamaban para mostrarme una bala, en esa bala escribían mi nombre; me ponían el arma en mi cabeza, me decían que esa bala era para mí, que me la estaban reservando para darme muerte en cualquier momento, era muy agobiante vivir así.
– ¿Qué pasó entonces con el consejo de guerra en su contra?
– Finalmente en ese consejo de guerra se me sentenció a mi relegación por diez años a la Región Atacama, mi esposo se quedó en Santiago, me abandonó en esos momentos tan duros, me fui con mis hijos, allá lo pasé muy mal, siempre vigilada por los militares y Carabineros, hasta que pude escapar a Bélgica, llegando así a Bruselas, en donde inicié otra vida, la vida de una exiliada sin amigos; con cincos niños chicos a cuestas y con un miedo tremendo a lo desconocido.
– ¿Cómo sobreviviste con tus hijos en Europa?
– Me dediqué a lavar ropa ajena en casas, el oficio doméstico que me ofrecieran; cocinando en restaurantes y sobreviviendo para que mis niños no pasaran hambre. En 1989 pude poner un pequeño restaurante, al que llamé Restaurante Araucana.
– ¿Cuándo y por qué regresaste a Chile?
– Regresé a Chile gravemente enferma, pues en octubre pasado dos empleados, musulmanes por cierto que trabajaban para mí en ese restaurante, me asaltaron, me dieron una paliza, quedé muy mal, decidí mejor volver a mi amado San Felipe.
– ¿Piensas quedarte en San Felipe mucho tiempo?
– Espero morir aquí, estoy buscando cómo reparar mi vivienda, que está en muy malas condiciones, pienso terminar mis días aquí, y no pretendo reactivarme políticamente. Estoy muy agradecida con las muestras de cariño y solidaridad que he recibido del Partido y de las autoridades sanfelipeñas.
– ¿Qué mensaje le das a los políticos jóvenes de tu partido?
– A los jóvenes políticos del Partido Socialista y de cualquier partido político yo les digo: Defiendan sus ideales, no se dejen amedrentar por aquellas fuerzas que se antepongan entre el bienestar común y ustedes como gestores de cambio.

AMOR Y MARTIRIO
Doña Adela Baraquett sigue siendo una mujer de acero a sus 81 años; no importa para qué partido político milite ni qué tan dueña pueda ser o no de la Verdad, lo indiscutiblemente importante en el caso de su historia, es que ella ‘se la jugó’, huyó por su vida y la de sus hijos, armó su proyecto personal y ahora algunos de sus hijos administran su restaurante. Sostuvo luchas contra la pobreza a favor de familias sanfelipeñas cuando pudo hacerlo; cocinó miles de empanadas para que escuelas de nuestra comuna tuvieran mejores condiciones para sus niños y sufrió en carne propia las consecuencias de ser emprendedora, es por ello que, sin abanderarnos a sus ideales políticos ni establecer criterios políticos a su llegada, hoy de manera respetuosa le damos la más efusiva y cálida bienvenida a la ciudad de sus amores, y también de sus martirios.
Roberto González Short
rgonzalez@eltrabajo.cl

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