Don Armando Lavanderos, haciéndonos la V de la victoria apoyado en su carro.Don Armando Lavanderos, haciéndonos la V de la victoria apoyado en su carro.

Muchos de nuestros lectores han pasado por calle Merced con Coimas y han visto a un comerciante ofreciendo mascarillas, guantes, plantillas para zapatos. Pues bien, ese hombre es Armando Lavanderos y lleva 70 años ejerciendo el comercio ambulante en San Felipe. Se reconoce como el comerciante más antiguo de la ciudad y asegura que vive totalmente feliz.

Lo encontramos en el terminal y decidimos conversar con él frente al local de Empanadas ‘Yanina’.

Oiga don Armando, cuéntenos, ¿es cierto que lleva 70 años trabajando en la calle de comerciante ambulante?

– Sí, 70 años de comerciante ambulante.

Decir que en un momento estuvo instalado ahí en calle Merced.

– Sí, en el persa que el señor Freire vendió y quedamos 50 familias sin trabajo.

¿Los inicios suyos?

– Yo me inicié vendiendo helados, lustraba y hacía fletes; mi mamá lloraba porque era muy chico para hacer esas cosas, porque mi papá se fue y nos dejó botados a todos, a los 12 hermanos, y yo tuve que salir a la calle; por eso mi mamá lloraba, cuando falleció me miraba, lloraba porque yo los mandé a todos al colegio y así fue. Ahora estoy acá, la autoridad no me deja trabajar porque ningún alcalde de que estoy en este lugar en San Felipe, se ha acercado a decirme: «Señor, vaya a la oficina». Yo he trabajado aquí para los alcaldes, concejales, andado con mi banderita, tengo como diez en la casa guardadas de las alcaldías. Y una vez fui me dijeron que no, otra vez fui me dijeron: «Si le doy a usted, le tengo que dar a todos»… No, le dije yo, bueno, seguiré en la calle.

¿Cómo han sido estos 70 años?, porque son 70 años en la calle.

– Feliz, feliz, luchando, pasando frío, calores, y de repente me caen los ‘mocos’, los mocos significan las lágrimas, ¿me entiende?, me caen los mocos cuando de repente hay que pagar algo… y a mí no me gusta pedir prestado, así es que por eso yo a veces me pongo a llorar por aquí calladito, solito.

¿Porque no le va bien?

– No, porque digo yo a esta edad no debería estar trabajando, yo a los 78 años no debería estar trabajando, y la pensión que tengo es la de gracia, la que da el gobierno, porque cuando chico no se preocupó de imponer, todo para la casa, la casa. Así es que aquí estoy, ando en el terminal arrancando de la autoridad, porque ellos andan haciendo su trabajo y es bueno eso también.

Usted, por la cantidad de años que tiene, podría quizás pensarse en algún momento tenerlo en consideración como para decirle «ya, sabe instálese aquí porque son 70 años en la calle».

– Me gustaría que llegara eso, me gustaría, sería el hombre más feliz, más feliz, porque veo mucha gente de la edad mía que están en las calles sentados, no pueden pararse, y yo me puedo parar porque he sido bien criado, comido, tomado leche, queso, y según lo que dice la gente… bueno, el tiempo lo dirá si la señora alcaldesa que está aquí en San Felipe me considera como un ciudadano más de su campaña, en mi casa votaron todos por ella.

¿Usted es el comerciante ambulante más antiguo que va quedando?

– Sí pues. Sí, el más antiguo en este momento.

¿Qué ha vendido en estos 70 años?

– Empecé a lustrar, a vender el diario, ajo, peinetas panteras en ese tiempo, helados chupete helados, ahora les dicen helados, yo les decía chupete helados, ‘heladitos, los helados’. Después empecé a hacer cajones para lustrar zapatos, los vendía aquí; braseros, entregaba aquí en el terminal antiguamente. Después me dediqué a vender condimentos, pimienta, orégano, le entregaba a los negocios, me ganaba poquito pero valía la pena, y después me puse a trabajar en braseros parrilleros, porque hay muchas personas que le gusta eso, y después candados, corta uñas, guantes para la agricultura, y con eso me estoy quedando.

¿Actualmente está vendiendo?

– En estos momentos estoy vendiendo plantillas de cuero, cobre, lápiz a pasta.

Aprovechando la pandemia, mascarillas.

– Sí, porque dicen que van a volver, ojalá que no vuelvan porque queremos un San Felipe sano… un San Felipe sano que estén todos sanos.

¿Usted es casado, soltero, viudo, hijos?

– Casado, tengo una pura hija.

¿Está aquí en San Felipe?

– No, ella se encuentra en Santiago-

¿Su señora?

– Mi señora está en Santiago porque hace 5 años que se fue.

A propósito, con toda su experiencia, ¿cómo ve el comercio ambulante hoy en día aquí en San Felipe?

– Es lo más feo que hay, feo, ordinario; perdonen que hable así de ustedes chiquillos, pero es ordinario. Mira como se le ocurre estar sentado fumando con un equipo de radio música fuerte, sentada con las patas abiertas… No, si tiene que ser caballerosamente para atender al público; yo viera una persona así no le compro, y si veo una más ubicadita le compro porque tiene estilo para trabajar.

O sea el comerciante ambulante, pese a que no paga permiso, debería tener un estilo para vender, en el buen sentido de la palabra, buena presentación.

– Sí caballerito, siempre andar perfumadito, bien limpiecito, bañadito, lustradito, cuando me pongo zapatos y tengo 1 millón de clientes aquí.

¿Es feliz usted en la calle, don Armando?

– Siiií pues, soy muy feliz en la calle.

¿Si le dieran la oportunidad de arrendar un local, lo haría?, bueno, ya tuvo uno, ¿pero arrendaría de nuevo o seguiría en la calle?

– A esta edad arrendaría, pero no lejos del centro. Los negocios están en el centro no ir a botarlos, la palabra dice ir a botar. Yo te daría un permiso, pero por allá ¿de qué sirve?, nada. Un permisito a donde se siente don Armando, aquí yo he trabajado toda la vida en toda la esquina ahí.

¿Merced con Coimas?

– Merced con Coimas, y muchos tienen permiso, muchos tienen permisos.

¿Usted no tiene?

– Sí, no tengo.

A las personas que lean esta nota, ¿les aconseja este trabajo?, porque a veces uno queda sin trabajo y dice: «voy a empezar a vender cosas», ¿les aconsejaría?

– Tendría que hacerlo con cuidadito para no perder su capitalcito, vender sus mercaderías, invertir, no echársela toda al bolsillo; comerse lo justito, pagar la luz, el agua, el arriendo, todas esas cosas, pero no llevarse la plata.

¿Usted ha salido del país, ha disfrutado su ganancias?

– Sí, representando a San Felipe, quizás lo han visto andar con la bandera de San Felipe en todas partes he andado con la bandera de San Felipe, y decían: «Mira, es sanfelipeño», y las personas que me he encontrado con ellas: «Soy sanfelipeño», me abrazaban porque ellos están viviendo afuera, antes vivían en San Felipe, lloraban cuando me abrazaban con la bandera que decía San Felipe.

Para cerrar y agradecer, alguna reflexión final o un pensamiento que se le viene a la cabeza ahora.

– Me gustaría que me dieran un ‘permisito’, un ‘permisito’ para terminar mi vida, si qué más, pero yo creo que voy a llegar hasta los 100 años.

Nos despedimos y dejamos a don Armando seguir vendiendo sus productos en su carro.

Don Armando Lavanderos, haciéndonos la V de la victoria apoyado en su carro.
Don Armando Lavanderos, haciéndonos la V de la victoria apoyado en su carro.