- Con la participación de la comunidad: El proyecto es realizado por el Ciem y Valle Resiliente y enseñaron técnicas de construcción en quincha, súperadobe y revestimientos o revoques naturales a los vecinos de Jahuel que participaron de esta innovadora iniciativa.
‘Mingas de Bioconstrucción: No hay conservación sin comunidad’ es el nombre del interesante e innovador proyecto que la corporación Ciem Aconcagua y Valle Resiliente llevan adelante. Esta iniciativa busca incorporar capacidades y abrir nuevos campos de interés y acción social en los jóvenes rurales de la localidad de Jahuel, mediante la participación de los voluntarios, armarlos de herramientas y a la vez posibilitar la proyección de futuras iniciativas en favor de la resiliencia y la sustentabilidad local.
Durante el último fin de semana, se desarrolló el tercer taller. Oportunidad en la que se enseñó técnicas de construcción en quincha, súperadobe y revestimientos o revoques naturales. “Lo que queremos es dar a conocer el rescate de las tradiciones constructivas de antaño. Mostrarles una alternativa diferente a la construcción convencional, es menos dañina y más amigable con el medioambiente y también ir generando mejores lazos con aquellos que queremos un futuro mejor para nuestro planeta” sostuvo Mauricio, bioconstructor.
En la ocasión, Felipe Beltrami, de Injuv, sostuvo que “estamos apoyando este proyecto de sustentabilidad de Ciem. Estos métodos naturales, que se pueden encontrar fácilmente, podemos obtener materiales amigables con el medioambiente, que nos permite ayudar al entorno que está en constante peligro” sostuvo el profesional.
En tanto, el gobernador, Eduardo León enfatizó que “los temas ambientales son relevantes. Sabemos que hemos vivido una sequía fuerte y todo indica que podría repetirse, por lo que conocer estas técnicas, apuntar a un cambio de cultura y diseños menos invasivos” destacó la autoridad.
Este proyecto, fue realizado con cofinanciamiento propio de $400 mil y aportes de Injuv por $1 millón, lo que ha servido para apoyar a beneficiarios indirectos, como la escuela Julio Tejedor que junto a sus niños y la Comunidad de Campo de Jahuel (conformada por 126 familias) se favorecerán de la construcción de una sala de clases outdoor, constituyéndose como una experiencia pionera en el Valle de Aconcagua.