Este viernes en horas de la noche, murió el Director Musical del Orfeón de Aconcagua, Nelson Sepúlveda Leiva a los 57 años de edad, víctima de un cáncer pulmonar. Sus funerales se realizaron ayer domingo en la mañana, comenzando con el traslado de sus restos hasta la Iglesia Catedral de la ciudad, custodiado por el orfeón y sus músicos a quien dirigió por años.
La Misa fue oficiada por el Padre Cortez Piufatt, bajo un imponente marco de público que repletó las aposentadurías del principal templo católico de San Felipe, como es la catedral.
Los discursos y canciones causaron mucha emoción especialmente entre los familiares directos del hoy fallecido, que al hacer uso de la palabra reconocieron lo buen padre, ‘tata’, amigo que había sido en vida Nelson Sepúlveda Leiva. Entre los asistentes a parte de los familiares, hubo autoridades locales, provinciales, sus propios compañeros de tantas tocatas realizadas en los tradicionales desfiles de la ciudad, del día domingo en el Odeón de la plaza de armas.
La información de la muerte de Nelson Sepúlveda Leiva caló hondo en la comunidad, especialmente en el mundo de la música. Al músico ya se le pudo ver deteriorado físicamente durante una de sus últimas presentaciones del orfeón, como fue la ceremonia por los 100 años del Colegio Santa Juana de Arco, donde para la gente que lo conoció por años, ya divisó ese deterioro, sin embargo pese a esa dificultad de todas maneras participó del acto dirigiendo a su querido Orfeón. Adolfo Pizarro, uno de los músicos dirigidos por Sepúlveda Leiva, dijo que a aparte de ser su profesor de música era un gran amigo, «los que compartimos el sentimiento por la música estamos con un tremendo dolor y también con la alegría de saber que está ahora compartiendo en lenguaje de los ángeles», dijo Pizarro.
Otro que lo conoció en vida fue Juan Palacios, a quien le tocó muchas veces como chofer transportarlo, «tengo recuerdos muy bonitos de él, un hombre muy derecho, se va un buen hombre para el Cielo», concluyó Palacios. Una hija y una nieta, Andrea y Bárbara, dijeron que su padre y abuelo era un gran hombre, «un hombre que estuvo con nosotros en las buenas y en las malas, que amó a mi hijo como su tata», dijo Andrea emocionada agradeciendo además la gran cantidad de público con fue a despedir a su padre.
El cortejo se detuvo frente al Odeón y Plaza Cívica, lugares en donde Sepúlveda Leiva tantas veces dirigió a sus músicos, ya sea en los desfiles de aniversario, tocas de los domingos etc. Sus compañeros músicos interpretaron Lili Marlene, Himno Aconcagua, Yo tenía un Camarada, mientras la familia emocionada apreciaba este homenaje brindando a su director musical. Una vez finalizada esta actividad, el cortejo fúnebre siguió hasta el Cementerio Almendral.
