Como una ciudadana más estoy extremadamente preocupada, no sólo por la profunda crisis hídrica que durante más de una década ha afectado a toda la Zona Centro Sur de nuestro país -en especial a nuestra región-, sino también por la forma en que se han venido tomando decisiones para enfrentarla.
Hace unos días, el ministro de Obras Públicas Alfredo Moreno visitó Aconcagua, se reunió con el gobernador Rodrigo Mundaca y los alcaldes de las comunas de las provincias de Los Andes y San Felipe. Se comprometió a revisar la polémica decisión de intervención de la primera y segunda sección del Río Aconcagua por parte de la Dirección General de Aguas (DGA), medida con la cual se busca alimentar al embalse Los Aromos, que abastece a las ciudades del denominado ‘Gran Valparaíso’, en desmedro de nuestras comunas.
Valoro la decisión de revisar la resolución, pero la medida originalmente resuelta por las autoridades, a nivel central, da cuenta de otra realidad: las decisiones tomadas entre cuatro paredes, sin consultar a quienes resultarán afectados, no resultan y al final se deben revertir, con importantes costos de tensión y pérdida de tiempo.
Adoptar este tipo de decisiones, afectando a unos para favorecer a otros, no hace sino agrandar la brecha entre las grandes urbes y las comunas rurales que dependen de la agricultura para subsistir y desarrollarse. En estas localidades viven miles de familias que por generaciones se han dedicado a la agricultura familiar campesina y a la pequeña y mediana agricultura, pilares ancestrales de la economía de Aconcagua que, al igual que el resto del país, ve en sus emprendedores y Pymes uno de los motores económicos más relevantes. Para estos aconcagüinos, sus canales de regadío son el presente y el futuro de sus sueños. He estado en permanente contacto con ellos, y es preocupante que no se les haya convocado a dicha reunión.
Necesitamos de manera imperiosa e inmediata avanzar de forma decidida en concretar nuestra ansiada Región de Aconcagua, sentimiento que se levanta en el valle desde la creación de la Corporación Nacional de Reforma Administrativa en 1974. Debemos contar con representantes de nuestra tierra en el Congreso Nacional para que sean nuestra voz y defiendan nuestros derechos e intereses y empujen en instancias superiores nuestros anhelos. Estamos hartos de ser el patio trasero de Valparaíso y de ser quienes más aportan al PIB regional y recibir migajas a cambio o, peor aún, ver cómo ahora nos estamos transformando en una nueva zona de sacrificio.
Mientras avanzamos en la necesaria creación de nuestra región, hago un llamado a las autoridades, las actuales y las que vendrán, aquellas elegidas democráticamente y aquellas que representan al gobierno central, a escuchar a los vecinos y vecinas, porque son ellos quienes día a día sufren los efectos de esta silenciosa y profunda crisis, porque el agua es vida, es progreso y desarrollo y, por sobre todo, es un derecho de todas y todos.