Lo que en la previa del partido se anticipaba como una fiesta, terminó por convertirse en un bodrio luego que Unión San Felipe dejara escapar una inmejorable oportunidad para sumar de a tres, luego de empatar en blanco ante el juvenil equipo de San Marcos de Arica.
La verdad es que a todas luces, cuesta analizar lo que sucedió ayer en el coloso de Avenida Maipú, porque por más que los juveniles ariqueños sean talentosos y muy promisorios, es evidente que los dirigidos de Víctor Rivero estaban obligados a marcar diferencias en el juego y en el marcador, pero una vez más el cuadro aconcagüino terminó fallando al no ganar y jugar muy por debajo de lo esperado.
Ya en el inicio del duelo comenzó a instalarse la sensación que la jornada sería amarga, cuando en la primera llegada la visita estuvo a punto de abrir el marcador, lo que no sucedió sólo por una buena intervención de Lucas Giovini, quien minutos después se convertiría en figura al evitar que un balón se anidara en el fondo de su arco.
A esas alturas no se entendía nada, porque ninguno de los mil hinchas que llegaron al recinto se imaginaron que el portero trasandino se convertiría en figura, cuando la lógica decía que tendría que ser espectador.
Al Uní Uní le costó mucho hilvanar jugadas ofensivas, y todos los arrestos sobre el pórtico santeño eran mediante aventuras individuales y no colectivas, situación que se hizo más notoria y dramática en el complemento, cuando el equipo local perdió totalmente su idea y línea de juego, por lo que no le quedó más remedio que conformarse con un magro empate en blanco.
La igualdad no ayuda mucho a los aconcagüinos en su lucha por salir de manera definitiva del fondo al llegar a los 26 puntos, 6 más que el colista Cobreloa.