Mientras algunos reciben suculentos sueldos, en San Felipe hay una mujer de unos treinta años que por ser minusválida y recibir una miserable pensión de más de 80 mil pesos, simplemente debe salir a la calle a pedir plata para poder vivir.
Se trata de Estela de Lourdes Munizaga Clavel, proveniente de Rinconada de Los Andes.
La encontramos en calle Salinas llegando a Merced, sentada en su silla de ruedas, apoyada al costado de la cafetería que existe en ese lugar.
Consultamos por su enfermedad, indicándonos que le afecta a los huesos, lo que le impide caminar: «los huesos no se pueden el peso de mi cuerpo para pararme, por eso tengo que salir a la calle a pedir, porque trabajo no me dan por mi enfermedad o discapacidad pese a tener estudios y todo».
– ¿Qué estudiaste Estela?
– Tengo cuarto medio, estudié en una escuela especial, pero por no tener problemas mentales me hicieron clases normales, después hice un curso de Aduanas, pero no pasó nada.
Cuenta que el curso consistía en administración, atención de público, todo lo que tiene que ver con atender personas, pero no ha tenido trabajo en lo que estudió.
Debido a eso tiene que salir a la calle a pedir dinero porque realmente no le alcanza.
Dice que a veces la gente no la toma en cuenta porque piensan que lo hace por deporte y no piensan que lo hace porque simplemente no hay plata.
– ¿Tú recibes alguna pensión?
– Sí, pero la recibo y se va porque hay que pagar las cuentas.
– ¿Cuánto recibes?
– Ochenta y algo, pero no se hace nada.
– ¿Tienes que salir obligadamente a la calle a pedir dinero?
– Claro, tengo que salir sino no tengo nada.
– ¿Qué te dice la gente? ¿Te coopera?
– La mayoría se ríe, la mayoría te da, la mayoría no te da (sic).
Nos cuenta, que antes de pedir dinero, vendía dulces, «lo que pasa y debido a que andaba para allá para acá en la silla que tengo, se me trizó un huesito en los hombros y no pude seguir como antes, puedo andar en la silla pero no puedo hacer el mismo esfuerzo que antes y tendrían que haberme cambiado mi silla y todavía no lo hacen».
– ¿Por qué debes hacer tanto esfuerzo con tu silla?
– Porque yo soy de Rinconada de Los Andes y la silla vale un millón ochocientos mil pesos, que es igual a esta, pero tiene motor esa es la diferencia (…) y no me la han cambiado.
– ¿Has hecho alguna campaña? ¿Has solicitado ayuda social?
– He pedido ayuda por todos lados y no ha pasado nada, a parte que tengo que hacer todo sola, no tengo apoyo de familia, no tengo nada; mi papá falleció hace dos años, entonces que de ahí se ha puesto más difícil la cosa por lo menos para mí.
– Nos contabas que tu madre también es minusválida.
– Sí, también ella anda en silla de ruedas.
Señala que la silla le fue recetada y mostrada por un neurólogo que hay en el Consultorio de Rinconada de Los Andes.
«El valor de la silla es inalcanzable para mí, yo vivo el día a día».
Hay veces, en las cuales las personas son más empáticas y conceden que Estela se lleve unos 20 mil pesos, eso no es todos los días. En promedio, pueden ser tres a cinco mil pesos un día. Antes de la entrevista por ejemplo, estuvo en Los Andes donde se hizo cinco mil pesos.
Se moviliza en colectivo, donde ya la conocen.
– ¿Qué se siente con todo esto?
– Rabia, hay gente que vive haciendo protesta, gente que está sana, no trabaja pucha yo qué no daría porque me dieran un trabajo, es como todo al revés.
– Se dice que estamos en un país inclusivo, acaba de terminar la Teletón. ¿Tú qué piensas?
– Claro, pero no es la realidad que pintan ahí, porque si fuera así yo estaría trabajando como corresponde, si yo no camino, pero estoy sana. Podría atender público tengo mi cartón, me titularon, entonces merezco trabajar, estudié para eso, pero faltan oportunidades.
Del mismo lugar donde le hicieron el curso, había más niños con discapacidad, quienes comenzaron a dejar Curriculum en diferentes lugares, incluso en una oportunidad la llamaron a ella, pero por un problema de enfermedad de ese momento no pudo presentarse y no la llamaron nunca más.
– ¿Qué le dices a la sociedad?
– Que miren a todos por igual, aunque digan todo lo que es, la Teletón no es así, sí hay mucha discriminación en esta país.
– ¿Te gustaría trabajar?
– Sí, porque estoy preparada, estudié como tres meses en un curso, eran como seis horas diarias de lunes a sábado, no creo que ese esfuerzo haya sido por nada algún día me tendrá que servir.
Le damos las gracias y Estela se queda en la esquina, esperando poder encontrar algún lugar donde trabajar.
Estimados:
encuentro notable el dar a conocer la realidad de Estela, pero hay algo que no me gusta y no me parece de su nota. La costumbre arraigada de llamar minusvalidos a las personas en situación de discapacidad.
MINUSVALIDO significa que es de menos valor, que no tiene valor, por tanto, hablamos de una persona sin valor,
DISCAPACIDATADO, es que no tiene capacidad, lo que asume que es una persona sin capacidad alguna.
en términos de la ley de discapacidad 20.422, simplemente hablamos en el caso de Estela de una persona con discapacidad física.
Cambiemos las palabras…. y sigamos avanzando con la inclusión.