Una experiencia bastante singular vivió la joven universitaria a bordo de un microbús cuando se dirigía de San Felipe a Putaendo. (Archivo)Una experiencia bastante singular vivió la joven universitaria a bordo de un microbús cuando se dirigía de San Felipe a Putaendo. (Archivo)

Una situación bastante extraña es la que le sucedió a una estudiante universitaria de 25 años de edad, luego que el día jueves 12 de este mes abordara un microbús en calle Tocornal con destino a Putaendo. Hasta ahí todo normal, pero en el trayecto, específicamente a la altura de población La Doñita, subió un hombre que expelía un fuerte olor, más intenso que la marihuana, según describió, olor que finalmente le provocó el entumecimiento de sus piernas, fatiga, llevándola prácticamente a perder la consciencia, porque su último recuerdo nítido lo tuvo cuando pasaban frente al colegio Sunnyland, recuperándose recién cuando llegó a Putaendo.

Según explicó la afectada, cuya identidad mantendremos en reserva, el hecho se registró el jueves de la semana pasada, «yo me subí a una micro en la calle Tocornal en San Felipe. Todo bien, la micro se acercó al terminal, esperó para tomar pasajeros y retomar el recorrido. Cuando llegamos a La Doñita subió un hombre con un olor bastante fuerte, muy peculiar, no tengo con qué compararlo, pero era bastante molesto, incluso con la mascarilla en la nariz picaba. Al cabo de unos minutos yo comencé a sentirme mal, con una sensación de fatiga, los ojos me pesaban. Yo pensando que era fatiga, abrí una Coca Cola que tenía conmigo y tomé un poco, pensando que eso lo iba a aplacar. Después de unos minutos no me sucedió nada con la Coca Cola y me empecé a sentir súper mal, nuevamente la fatiga, las piernas, y yo lo único que pensé hacer fue resguardar mi teléfono y mi mochila, me la cambié hacia adelante y me abracé a mis cosas. Cuando yo venía en Encón, como a la altura del colegio Sunnyland, fue como el último recuerdo nítido que yo tengo. Después, en el transcurso del viaje a Putaendo, no recuerdo nada más hasta cuando iba llegando».

¿Llegando a Putaendo?

– Llegando a Putaendo, ahí como que desperté, como que reaccioné. En realidad intenté pararme y las piernas ya no me respondían, no me podía parar. Fue tanta la desesperación, tomé mis cosas, traté de levantarme y me bajé de la micro y ya se me movía todo el mundo, demasiado mareada, no alcancé a caminar… pucha poquito y me afirmé afuera en un local comercial. No fui capaz de pedir ayuda, estuve harto rato ahí y después le llamé a mi mamá contándole que me sentía mal, si podía venirme a buscar. En ese momento ella no podía y me dice «ve si hay un taxi y te vienes en el taxi». Justo había uno y el caballero conoce a la familia y vio que yo me acerqué a él mal, no estaba estable, no caminaba con estabilidad, y me trajo a la casa.

Cuenta que una vez en la casa la fatiga disminuyó; «y me dio una sensación como de crisis de pánico, como que el corazón se me aceleraba bastante y no lo podía controlar», dice.

¿La persona que se sube a la micro se coloca cerca suyo?

– Yo estaba sentada y él se sentó atrás mío, yo iba sentada al lado de la ventana y él se sentó en la misma posición, pero atrás.

¿Qué piensa usted que podría haber sido? ¿Él usó algún spray o sube con el olor ya?

– La verdad que yo comentaba a otro medio que me entrevistó, uno es tan cotidiano viajar en locomoción colectiva, que uno no se percata o anda pendiente de lo que haga otra persona. Lo que sí a mí, cuando él se sentó atrás mío, el olor fue lo que me llamó la atención, porque era tan fuerte que traspasaba el picor dentro de la mascarilla, es lo único raro que yo sentí. No sé si habrá sido un spray, en realidad no manejo esa información.

¿Era como olor a marihuana o no?

– A ver, es mucho más fuerte que el olor a marihuana y pesado.

¿Ahora cómo está usted, después llegó a su casa, se repuso?

– Claro, yo ese día llegué a casa y me acosté y desperté como tres a cuatro horas después y ya me sentía un poco mejor. Como que ahí le conté la situación a mi mamá y a mis amigas, entonces uno no lo asocia al tiro de esa manera. Mandé un WhatsApp a mis amigas, porque todas nosotras somos estudiantes, entonces usamos mucho la locomoción colectiva, entonces como para que estén atentas en caso de. Y la mamá de una amiga trabaja en el servicio de salud y dice que la otra vez llegó un caso similar, y que la persona experimentó mareos, fatiga, taquicardia, pero son casos que no se comentan tanto. Porque esto uno lo ve quizás en Santiago o en otros lados ve las noticias, pero nunca va a pensar que le va a pasar a uno, sobre todo acá, porque si consideramos San Felipe es pequeño aún.

¿Cómo se sintió 24 horas después, retomó su vida normal?

– Al día siguiente yo también viajé temprano, completamente normal, ya no tenía ninguno de esos síntomas, ni mareos, ni la fatiga, nada.

¿Qué piensa usted, era para robarle?

– Es que la verdad yo no puedo asegurar nada porque no sé con qué intención lo iba a hacer la otra persona, porque pudo haberme pasado a mí como le podía haber sucedido a otra persona. Puede ser algo al azar quizás, yo creo para robar u otras intenciones, porque en realidad uno no sabe lo que pasa por la otra persona, con qué intenciones lo hace, claramente no con una buena intención, porque llegar y hacer algo así.

Desde su experiencia, ¿qué puede comentar?

– La verdad es que cada persona tiene una reacción diferente a las situaciones, pero a ver de repente lo material se recupera, pero tratar de resguardarse uno mismo. Lo que hice en ese momento fue cambiar mi teléfono de bolsillo hacia al que no estaba expuesto, afirmarlo y bueno mi posición fue abrazarme a la mochila para proteger mis pertenencias y a mí misma.

De todas maneras dice que no le robaron nada.

Una experiencia bastante singular vivió la joven universitaria a bordo de un microbús cuando se dirigía de San Felipe a Putaendo. (Archivo)
Una experiencia bastante singular vivió la joven universitaria a bordo de un microbús cuando se dirigía de San Felipe a Putaendo. (Archivo)