PUTAENDO.- Una importante cantidad de vecinos están viviendo una caótica situación que a diario los enfrenta a la incertidumbre de no tener agua ni siquiera para sus necesidades básicas, lo que convierte su vida prácticamente en un suplicio.

En los últimos días hemos sido testigos de fuertes manifestaciones por parte de los vecinos de Las Coimas, reuniones y anuncios de eventuales soluciones, las que mientras no lleguen en forma real siguen siendo simplemente una promesa más para los vecinos de Las Coimas.

El sábado pasado una importante cantidad de vecinos, también del sector de Las Coimas, nuevamente estaban sin agua. Y reflejando la desesperación y angustia, en un hecho incluso hasta humillante, dos jóvenes se bañaron a orillas de carretera con el agua que les arrojaba un camión municipal.

Pero claramente hay muchos que piensan que incluso el reclamo de los vecinos puede ser hasta exagerado, sin embargo como medio pudimos comprobar en terreno como en prácticamente todas las viviendas, baldes, fuentes y tarros ocupan los baños y cocinas, guardando el vital elemento ante el temor que las llaves se cierren definitivamente.

Oriel Tapia es uno de los vecinos de Las Coimas quien nos mostró como en su casa juntar y almacenar agua es tan importante como alimentarse, pues hay días en que solo sale aire por donde debiese salir agua, y cuando logra haber agua es prácticamente una insignificante cantidad que de modo alguno alcanza para hacer funcionar una lavadora o un calefón.

Es la realidad que a diario viven vecinos y familias completas de Las Coimas, cuyo clamor y desesperación hoy se escucha con más fuerza que nunca, donde es de esperar que quienes tienen que dar solución a esta problemática actúen en forma rápida y efectiva y no esperen que la última gota termine por rebalsar el vaso de la paciencia de muchos vecinos de Las Coimas que hoy están literalmente desesperados por la falta de agua, agua que incluso algunos grandes pensadores pretenden llevarse a otros puntos de la región mientras que en Putaendo y en el Valle del Aconcagua, prácticamente no hay ni siquiera para beber.

Patricio Gallardo M.

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