Hoy, martes, serán los funerales del más grande futbolista de todos los tiempos, el mundo llora la partida de Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé; en una rápida radiografía para nuestros lectores, el astro brasileño convirtió en toda su trayectoria futbolística 1.281 goles, en 1367 encuentros, ganó tres Mundiales, dos Copas Libertadores, dos Copas Intercontinentales, once campeonatos paulistas, cinco Copas de Brasil, un título de la North American Soccer League, una Recopa Sudamericana y una Recopa Intercontinental.
Personalmente, lo vi jugar por TV en blanco y negro y a color, siempre destacó como la figura del campo de juego, haciendo goles impresionantes. Recuerdo una de sus frases para el bronce: «Antes de ser un futbolista, hay que ser un atleta y antes de ser un atleta, hay que ser un hombre».
A sus 17 años, le hicieron un perfil psicológico desastroso: «Le falta el espíritu necesario para luchar. Es demasiado joven para aguantar golpes o agresiones y responder a ellos de forma adecuada. No tiene el sentido de la responsabilidad necesario ni espíritu de equipo. No es aconsejable su convocatoria», rezaba el informe sobre Pelé.
No fue el típico delantero goleador y oportunista, aquel que espera en el área el servicio de sus compañeros, aunque todos sus movimientos tenían como último destino el gol. Su zona de influencia, en la que se movía con especial habilidad para encontrar espacios vacíos, eran los últimos 30 metros del campo. En esta zona donde el terreno se reduce porque los defensores aprietan las tuercas a los delanteros habilidosos, Pelé sorprendía y desequilibraba por su inagotable talento para inventar y la aparente sencillez con que ejecutaba las jugadas que pasaban por su mente. Esta cualidad, básicamente, preocupaba a sus rivales: Pelé resultaba incontenible por imprevisible. Desde sus primeros años llevaba grabado a fuego el consejo que le dio Dondinho, su padre: «Juega instintivamente, casi sin pensar».
En Rapa Nui (Isla de Pascua), se recuerda la visita que realizó el verano de 2014 para la inauguración de la cancha municipal de Hanga Roa.
El 27 de enero, a los 74 años, el astro brasileño fue el encargado de dar el puntapié inicial en la cancha más aislada del mundo y el recinto estaba repleto. La emoción de ver a quien fue catalogado como el mejor atleta del siglo XX, cruzó a todas las generaciones, en un ambiente de fiesta. En compañía del alcalde Petero Edmunds Paoa (Tavana) y secundado por su amigo chileno Elías Figueroa y muchas veces rival en la cancha, Pelé disfrutó de la jornada tanto como los asistentes al evento.
Desde que descendió del avión en el aeropuerto Mataveri, las fotografías del brasileño recibiendo el tradicional collar de flores dieron la vuelta al mundo, al igual que las instantáneas que lo retrataron mientras le pintaban el rostro y visitando Rano Raraku, lugar donde está la cantera donde se esculpían los moais.
Quienes estuvieron cerca de él durante la visita, recuerdan lo cómodo que se sintió en cada una de las actividades a pesar de que en ese momento sufría de una lesión en la cadera que lo había obligado a pasar por el quirófano hace poco tiempo.
Según recordó Elías Figueroa, Pelé aceptó la invitación de visitar Rapa Nui apenas la recibió, en circunstancias de que era un minuto en el que su presencia costaba millones: «La idea era que Pelé metiera el penal, pero me pidió ayuda por su problema en la cadera. Todavía recuerdo la cara del arquero cuando él me habilitó un pase y metimos el primer gol. Fue un momento inolvidable y la gente de la Isla fue muy cariñosa», recordó hace unos años el ex jugador de Villa Alemana, que hoy se sumó a las muestras de pesar por la partida del astro que falleció a los 82 años, producto de un cáncer de colón.
Antes de abandonar Rapa Nui, O’Rei declaró: «Gracias al fútbol pude conocer al Papa, a los niños de las favelas, he sido recibido por la Reina de Inglaterra, pero siempre con los pies en la tierra, y ahora puedo conocer esta maravillosa isla, donde hay una paz inigualable».
Helmut Kauffmann Chivano