El pasado mes de julio, la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) anunció la adjudicación del estudio de factibilidad económica para transformar a nuestro Aconcagua en una nueva región del país, separándonos así de las zonas costeras del Gran Valparaíso y reconociendo nuestra histórica identidad regional-territorial.
Es conveniente, creo yo, tener a la vista que, ya desde el siglo XVI, antes de la llegada de los españoles al Valle de Aconcagua, los picunches contaban con esta división territorial con identidad propia, de lo que dan cuenta los registros que se tienen acerca de la historia de sus líderes Michimalonco y Tangolonco, hermano del primero, quienes gobernaban Aconcagua en el 1500.
Esa misma voz libertaria e independentista que recorrió Aconcagua en esos años, fue insumo suficiente para que los aconcagüinos nos opusiéramos desde el momento mismo que se constituyó la Comisión Nacional de la Reforma Administrativa (CONARA) en 1974 y tomáramos conocimiento de que en el proceso de reforma perderíamos la calidad de unidad territorial-administrativa y política que constituía la antigua provincia compuesta por los Departamentos de Los Andes, San Felipe y Petorca, hoy provincias de igual nombre, adosadas al Gran Valparaíso. Desde ese entonces, corre un SENTIMIENTO que une transversalmente a los aconcagüinos para alcanzar el objetivo de ser reconocidos como una nueva región, con sus propias autoridades y gobierno, sentimiento que no ha terminado ni terminará con los años, pasándose el testimonio de mantener viva esta lucha por las manos de las generaciones y líderes que sean necesarias. Para quienes, a nivel central o de la cabecera de la región, apuesten al agotamiento de esta idea, les quiero decir que pierden su tiempo, porque esto no es sólo un objetivo político, sino UN SENTIMIENTO.
Durante todos los años que han transcurrido desde 1974, a pesar de ser el territorio que da vida a los puertos con su agricultura de exportación y minería, no hemos sido retribuidos en justa medida. Así hemos perdido el ferrocarril, nuestros propios representantes ante el Parlamento y muchas cosas más, y hemos sido objeto de un centralismo nacional y regional que inhibe el desarrollo de importantes obras de bien público en las provincias de Los Andes, San Felipe y Petorca.
Por eso es importante continuar la lucha desde el Parlamento, para llenar este sentimiento de constituirnos en una nueva región del país y ello sólo será posible en la medida que un aconcagüino neto vuelva a estar sentado en una de las sillas de la Cámara de Diputadas y Diputados. Este es mi compromiso principal con la gente de nuestro valle, quiero ser la primera mujer en representar a Aconcagua en el Congreso Nacional. ¡Hagamos historia juntos!