A falta de dos fechas para que concluya la fase regular del torneo B nacional, ni el más pesimista (y son muchos) de los hinchas del Uní Uní, había proyectado una realidad tan negativa como la actual, en la cual el acceso a la liguilla por parte de la escuadra albirroja aún es una incógnita.
Por más increíble que resulte, la realidad actual nos dice que el equipo sanfelipeño deberá pelear durante las dos últimas fechas su clasificación a la postemporada. Si se toma como referencia el nivel de juego del equipo y el escaso compromiso de los jugadores por lograr dicho objetivo, pelear por el segundo cupo a la Primera A, es por ahora solo una simple y vacía expresión de deseo.
El sábado pasado los aconcagüinos dispusieron de una gran chance para asegurar la clasificación y de paso darle algo de color al pálido rostro que lucen en la actualidad. Enfrentar en casa al colista Deportes Recoleta, era la ocasión ideal para volver al triunfo, pero una vez más y como tantas veces ha ocurrido en los últimos años, el Uní Uní simplemente falló, dejando una estela de tristeza, amargura, frustración y mucha rabia entre su hinchada más fiel, esa que va al estadio y que lamentablemente muchas veces confunde el amor por la camiseta, con la incondicionalidad a un grupo de jugadores que simplemente no se la merece.
Frente a Recoleta, se observó en el primer tiempo a un conjunto albirrojo ‘apático’, como si no tuviera ganas de jugar el partido. A ratos daba la impresión que la pelota pesaba 15 kilos, o que la cancha estaba muy esponjosa, porque salvo algunas excepciones como Jara, Saldaña, Briceño, o el juvenil León, el resto jugaba en cámara lenta.
Con los de Lopez, casi jugando por ‘compromiso’, se abrieron las puertas para que el visitante intentara algo distinto al plan original que no era otro que jugar al empate. Con el correr de los minutos el team recoletano entendió que había una buena chance para llevarse los tres puntos desde el estadio Municipal, por eso cerca de los 25’ adelantó sus líneas y empezó a posicionase cerca del arco custodiado por Pablo Heredia.
Fue el minuto 43 cuando los textiles asestaron el primer cachetazo a los anfitriones, cuando Roberto Riveros finalizó con precisión una gran habilitación del volante Danilo Díaz. La sorpresa se transformó es estupor cuando el mismo jugador se despachó un golazo tras sacar un remate furioso que hizo estéril todo el esfuerzo del arquero Heredia. Eso fue justo a los 45’.
Una vez que el juez Víctor Abarzúa hizo sonar su silbato, sucedió algo que hace años no se veía en el reducto de la Avenida Maipú. Camino a camarines, los jugadores locales fueron increpados y pifiados por la fiel parcialidad que no perdonó la falta de actitud de los jugadores, tal vez fue por eso que en el segundo lapso al menos se vio a un Uní Uní con más dinámica, pero poca precisión a la hora de elaborar o cerrar las jugadas. Para que el equipo tuviera otra disposición, fue importante el aporte de Zederick Vega, quien, con su despliegue, contagió al resto de sus compañeros.
Con Briceño más activo, sumándose Hugo Herrera y posteriormente Matías Sandoval, los locales se hicieron del protagonismo; sin embargo, hubo que esperar hasta el 76’ para que llegara el descuento, anotado por Briceño.
La diana del serenense solo fue placebo, porque Recoleta supo resistir las arremetidas, quedándose con un triunfo muy importante para ellos, y una derrota muy dolorosa para los sanfelipeños, que cerca del final dan claras muestras de una fractura interior importante, que se está viendo reflejada en el pobre rendimiento actual.