En su decimoquinto desafío de la actual temporada, este lunes Unión San Felipe visitó a Magallanes, en el duelo que tuvo como escenario el estadio Municipal de San Bernardo. A estas alturas de la competencia y por más que los sanfelipeños estén en pleno proceso de adaptación a su nueva mano técnica, era evidente que ante la ‘vieja y querida academia’ no había margen para el error.
El inicio del pleito ofreció altas dosis de intensidad, principalmente en la zona media del campo de juego, sector en el cual ambos conjuntos privilegiaron una marca asfixiante para quitar claridad y reducir las opciones de pase al rival. En esa dinámica fue el equipo capitalino el que sacó mejores dividendos, porque pese a todos los obstáculos pudieron llevar el juego hasta la zona de riesgo de los sanfelipeños.
A ratos el lance se volvió tedioso a raíz que ninguna escuadra mostraba claridad a la hora de elaborar, lo que las hacía caer en el pelotazo y arranques individuales, que por lo demás eran muy escasos, debido a que los jugadores más habilidosos les costaba avanzar entre las piernas enemigas.
San Felipe tuvo a Tomás Lanzini como el encargado de administrar su juego, tarea en la que el trasandino tenía como aliado al incombustible Leandro Fioravanti, un jugador que derrocha esfuerzo y que nunca da un balón por perdido.
Penosamente y cuando el encuentro parecía navegar en aguas quietas, el árbitro Omar Oporto junto a uno de sus asistentes cobraron un protagonismo negativo al pasar por alto un clarísimo fuera de juego de Miguel Ángel Orellana, quien recibió en completa soledad para batir a Lucas Giovini cuando se cumplían los 23 minutos del primer tiempo.
No hay dudas que la estocada carabelera dañó el espíritu de los albirrojos, porque desde ese instante éstos se vieron ansiosos, situación que los hizo perder tranquilidad y precisión a la hora de jugar, por lo que el término del primer acto fue lo mejor que les pudo pasar.
Tras el descanso los sanfelipeños pudieron volver rápidamente al partido gracias a que el defensor Bastián San Juan cometió un penal infantil al poner su mano para que el balón siguiera avanzando en el área albiceleste. Juan Méndez se encargó de patear el cobro y emparejar las acciones en el primer minuto del complemento.
Muchos pensaron que básicamente amparado en el tema anímico, el Uní Uní lograría inclinar la balanza a su lado, pero todas las predicciones fueron erradas, porque se vio a un cuadro desdibujado, sin potencia ofensiva y demasiado conservador, dando la impresión que el empate era un buen negocio.
Magallanes no tenía mayores problemas en avanzar hasta el terreno aconcagüino, lo que llevó a que se crearan muchas ocasiones de gol que no terminaron en abrazos por la inoperancia y malas decisiones de sus delanteros; pero la fortuna no dura siempre, y en el 78’ Julián Alfaro sacó un zapatazo que Giovini solo atinó a mirar como la pelota se incrustaba en su arco.
Lo que vino después fue un desorden generalizado por parte de los aconcagüinos, al intentar llegar al empate mediante un sistema inentendible, en el cual un jugador que es defensor central o volante de corte (Pablo Sanhueza) terminó de centrodelantero.
Con esta caída el Uní Uní se enreda cada vez más en los últimos lugares de la tabla de posiciones, dejando como tarea ineludible para la segunda rueda salir del fondo y de ese modo escapar de cualquier posibilidad de perder la categoría.
Unión San Felipe formó de la siguiente manera: Lucas Giovini; Francisco Salinas, Jesús Pino (Juan Méndez), Matías Silva, Nicolás Díaz; Leandro Fioravanti (Sebastián Romero), Enzo Ormeño, Tomás Lanzini (Sanhueza), Gonzalo Reyes (Quiroz); Julio Castro, Ignacio Mesías.