No es una imagen de alguna minera. Es el elocuente cambio de imagen del Río Aconcagua a la altura de Tres Esquinas. Son toneladas de metros cúbicos de áridos sustraídos del lecho seco.

No es una imagen de alguna minera. Es el elocuente cambio de imagen del Río Aconcagua a la altura de Tres Esquinas. Son toneladas de metros cúbicos de áridos sustraídos del lecho seco.

Al pasar por los enlaces que cruzan el Río Aconcagua en San Felipe, lo primero que llama la atención es el paupérrimo hilo de agua que lo atraviesa. La mirada se detiene en el horizonte que hasta no hace mucho nos mostraba el cuadro de fortaleza hídrica que exhibía nuestro río.

En muy pocos años ese panorama ha cambiado drásticamente. La sequía nos parece mostrar una realidad que pocos nos atrevemos a reconocer, ya casi nada queda de lo que fue el majestuoso caudal de uno de los afluentes más importantes de la zona central del país.

Estando así las cosas, muy poca gente (si acaso alguno) están de acuerdo en meterle máquinas al lecho y sacarle el agua ya casi extinta. Sin embargo, y como si fuese bajo un manto que prácticamente nadie nota, entre ambos enlaces que sirven de acceso a la ciudad, un par de empresas se ha encargado de despojar al río de lo que es quizá la última bandera de vida que le va quedando: su huella del cauce que alguna vez fue. Nos referimos a las empresas extractoras de áridos, que diariamente y contra cualquier norma existente, avanzan como monstruo que carcome.

Al día de hoy existen dos en la zona. Una conocida como ‘Áridos Tres Esquinas’ y la otra conocida como ‘Áridos Córdova’.

Hasta ahora los verdaderos cráteres que se han perforado sacando piedras alcanzan los 20 metros de profundidad en algunos puntos, y ponen en peligro todo el borde de los mismos ante una eventual ‘bajada de río’. Registramos el trabajo de una jornada y contabilizamos unos 500 cubos (50 camionadas) de sustracción de áridos. El panorama es realmente desolador a la altura de Tres Esquinas cercano a la Ruta 60 CH. Basta acercarse unos doscientos metros hacia el río para darse cuenta que se está generando un daño irreparable al entorno.

Para los vecinos del sector esto es realmente vergonzoso. Tienen temor de hablar e identificarse, porque aseguran “ser empresas grandotas que pasan sus camiones por acá día y noche”.

No obstante Diario El Trabajo logró obtener sus impresiones, las que dejan en claro que este negocio no pretende terminarse, si alguien no le pone fin pronto.

M.A. nos señala que “esta gente no tiene vergüenza en sacar y sacar ripio. Cada mes aparecen con un camión nuevo, por lo que el negocio debe ser bueno”.

– ¿Vienen a fiscalizar alguna vez?

– “Yo he visto a gente de la municipalidad, cada tres o cuatro meses. No sé si vendrán siempre, pero yo los veo pasar y luego se van. Esto no se va a terminar porque a la junta de vecinos le traen una que otra tortita, le dan trabajo a la gente de acá y eso hace que los vecinos no reclamemos”.

Para otra vecina del sector que pidió ser identificada solo como Teresa, esto es “una cosa bien rara, porque ganan plata vendiendo ripio y ahora ganan plata recibiendo escombros para rellenar el hoyo que dejaron. Es una gran pena para nosotros que nos criamos con el río al lado. Nosotros hasta hace poco, incluso con sequía, nos bañábamos en algunas pozas que se formaban, ahora ni eso podemos porque las máquinas rompieron cada vez más abajo y ya eso no tiene ni piedras, es como una calle por abajo… (se emociona en su relato y remata con una frase decidora) A veces le pido a diosito que baje el río y se lleve toda esa porquería con máquinas y todo. El hombre está haciendo mucho daño acá y no hay nadie que se ponga los pantalones bien puestos y pare todo esto”.

Un vecino que no teme decir lo que siente es don Evaristo Estay. Para él estas empresas son muy malos vecinos y por ello dice sentir “impotencia por lo que pasamos. Este es el abuso de un grande contra un chico. Ese tremendo hoyo que hay ahí, se repite más abajo y cada camionada que sacan es como si nos sacaran una parte de nosotros que respetamos el río con su historia. No hay nada que hacer, porque las autoridades no le hacen el peso a estas empresas, así de simple. Ya nos aburrimos de reclamar y no pasa nada”.

Aspectos legales

La norma dice que cuando alguien intenta intervenir un cauce natural, requiere autorización de la Municipalidad. A su vez la Municipalidad respectiva emite una solicitud a la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) y ésta dice cuánto árido se puede extraer. Entonces el municipio emite un decreto alcaldicio donde autoriza la explotación. A continuación viene quizá el vacío más dañino en el control: es el propio municipio el que actúa como fiscalizador en esta materia. En rigor, es Juez y parte puesto que la empresa paga al municipio por cada metro cúbico que explota.

La experiencia señala que una vez que los interesados obtienen ese permiso, nunca más lo renuevan, y siguen explotando la ribera o el cauce del río por los años que se les antoja, hasta que la autoridad hace valer su rol fiscalizador.

No obstante cuando el daño es muy severo, será la Dirección General de Aguas quien se haga parte de clausurar los trabajos de extracción, utilizando para ello la fuerza pública si fuese necesario.

El administrador de la Municipalidad de San Felipe, Patricio González, dijo que ninguna de las dos empresas que existe en el lugar tiene permisos para extraer áridos, puesto que los permisos que alguna vez el municipio otorgó se encuentran caducados hace rato, por lo que, si se estuvieran sacando áridos, sería un acto ilegal”.

Cabe destacar que en su sesión del Concejo del miércoles se aprobó la ordenanza de extracción de áridos y se determinó proceder a la clausura de estas plantas, entre otras medidas relativas al problema.

En tanto el abogado de la gobernación provincial de San Felipe y gobernador subrogante, señaló que es “el municipio el que debe clausurar esas faenas. Ellos tienen todas las facultades legales para hacerlo, y no solo eso, tienen la obligación de ejecutar dicho cierre si se está haciendo extracción ilegal”.

Mientras tanto, doña Teresa y tantos otros vecinos del lugar de Tres Esquinas, deberán seguir tolerando el polvo, el ruido y la amenaza constante de un derrumbe, por faenas que se encuentran totalmente fuera de la ley.

Texto y Fotos

Pedro Muñoz Hernández

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