EXPERTO EN TUBA.- Joaquín Gallegos Iturriaga es el miembro más joven del Orfeón Aconcagua, ingresó a esa cofradía musical a los doce años, y ahora él tiene catorce, lo logró, luego de superar amargas experiencias de bullying. Este año ganó la Beca Presidente de la República.

EXPERTO EN TUBA.- Joaquín Gallegos Iturriaga es el miembro más joven del Orfeón Aconcagua, ingresó a esa cofradía musical a los doce años, y ahora él tiene catorce, lo logró, luego de superar amargas experiencias de bullying. Este año ganó la Beca Presidente de la República.

No ha sido una, ni dos ni diez veces que en Diario El Trabajo hemos tenido que publicar lastimosamente, noticias sobre los estragos que el bullying causa a las personas que son víctimas de este fenómeno social tan negativo, especialmente en el mundo escolar y entre adolescentes.
Sin embargo hoy podemos compartir con nuestros lectores una historia en la que el principal protagonista es un niño sanfelipeño que sufrió estos ataques durante años en el mundo escolar, el que casi sucumbe abatido por la angustia e impotencia que las burlas de sus compañeros de escuela le causaban cuando se reían de su peso y estatura. Hoy él nos demuestra cómo logró superar, con la ayuda de profesores y de su amorosa familia, este mal social que carcome las relaciones humanas en todas las clases sociales de nuestro país.

EL BUYLLING SÍ ES SUPERABLE
Se trata del miembro más joven que conforma el Orfeón Aconcagua, Joaquín Gallegos Iturriaga, promesa artística de apenas catorce años de edad, quien con el permiso de sus padres, Roberto Gallegos y Sandra Iturriaga, hoy comparte su historia con nuestros lectores, a fin de que su amarga experiencia le pueda servir de ejemplo a seguir por aquellas familias en donde uno o varios de sus miembros, sufran de los taques de bullying por parte de quienes se relacionan con ellos.
– Joaquín, ¿desde cuándo empezaste a sufrir bullying?
El problema lo sufrí desde mis siete años, desde que estaba en prekinder hasta tercero básico. Fue una experiencia muy agobiante, se burlaban de mi tamaño, ya que soy alto y un poco gordito desde chico.
– ¿Qué generaba en tu opinión que se burlaran de ti?
Lo que generaba que mis compañeros de clases me hicieran bullying, era mi tamaño y que yo siempre participaba, yo siempre buscaba tener las respuestas, lo que generaba que me pusieran muchos apodos muy desagradables.
– ¿En qué consistían las burlas de tus compañeros?
Bueno, por ejemplo si yo llegaba a clases con camisa azul, ese día me llamaban ‘la ballena azul’; si era con ropa roja, ‘la ballena roja’, sólo por citar algunas de las formas del bullying que me hacían en la escuela.
– ¿Cómo te afectaban estos ataques en tu vida personal y estudiantil?
Yo lloraba mucho, mis papás no sabían qué hacer conmigo; yo estaba muy angustiado. En las mañanas, ya cuando el bullying era insoportable y los maestros nada hacían para impedirlo, yo no quería asistir más a clases, mi madre se enfrentó varias veces a los profesores y mi papá también, mi caso parecía una causa perdida.
– ¿Cómo cambió esta incómoda situación?
Cuando por fin me sacaron de la última escuela, porque ya había estado en varias, mis papás me llevaron a la Escuela JFK, ahí el panorama para mi vida cambió mucho, pues los profesores y la directora de ese entonces, me recibieron con cariño y respeto, pasaron los días y terminé ahí mis estudios, y nunca me hicieron bullying, aprendí que, aunque todo pueda parecer perdido y que hay que pagar a veces un alto precio por ser diferente, eso puede también ser una ventaja en este mundo tan competitivo.
– ¿Mejoró entonces tu vida al llegar a esa escuela?
Bueno, lo que pasó es que como yo sabía tocar saxofón, un vecino mío me había enseñado bastante desde chico, mis profesores en la JFK me dieron espacio en la banda de guerra del Liceo de Hombres, ahí pronto di de qué hablar, pero esta vez de forma muy positiva, mi vida estaba mejorando mucho. Luego formé parte de la banda de la Daem, ahí también seguí descollando, lejos de las burlas de otros niños sobre mi tamaño.
– ¿Entonces empezaste a codearte con otros músicos?
Sí. Ya como miembro de esa banda, pude participar en varios eventos públicos; esquinazos importantes, en colegios distintos y en actividades de la comuna.
– ¿Cómo te conectaste con el Orfeón Aconcagua?
Bueno llegué a la media al Liceo Bicentenario Cordillera, en donde actualmente estudio, ahí rápidamente el profesor Nelson Muñoz Contreras se interesó en mis habilidades como músico, y empezó a enseñarme a leer y entender la música, así como muchas otras cosas, mis papás al mismo tiempo se interesaban mucho en mis talentos, hasta que al poco tiempo, fui invitado a formar parte del Orfeón Aconcagua.
– ¿Eres feliz ahora que ya no te atacan y ven con asombro tus talentos?
Me siento muy bien, he aprendido a tocar lira, trompeta, saxofón, trombón y tuba, se había desatado una fiebre loca por la música en mi casa, pues hasta mi hermanita Daniela de ocho años, ahora toca violín. También estoy muy agradecido con los músicos del Orfeón Aconcagua, pues ellos me recibieron con respeto y cariño, sabré corresponder de la mejor manera.

PADRES AFECTADOS
Diario El Trabajo también habló con los padres de Joaquín, «fueron amargos años de angustia y frustraciones a todo nivel. Recuerdo que en una ocasión una madre de un compañerito de mi hijo, me paró a la salida de la escuela y me dijo ‘oiga señora, dígale a su hijo que se calle, que no dé las respuestas siempre cuando la profesora pregunta’, no lo podía creer, que mi hijo fuera atacado por ser inteligente y participativo, el bullying nos ha hecho efecto no sólo a Joaquín, nos afectó a todos, simplemente es una práctica de conducta muy destructiva que se vive en muchos colegios de la comuna y creo que de todo el país», comentó doña Andrea Iturriaga, mamá de Joaquín.
Según esta madre sanfelipeña, «nosotros tuvimos que cambiar a nuestro hijo varias veces de escuela, era muy duro verlo llorar, sufriendo porque le decían ‘ballena azul’ y otras frases hirientes, no quería ya ir a la escuela, decía que se quería morir, nosotros temíamos lo peor y estábamos siempre en alerta con él», agregó Andrea.
El papá de Joaquín, Roberto Gallegos, también tuvo que enfrentarse a profesores y centros de padres, quienes poco o nada hicieron para evitar estos ataques contra su hijo, «varias veces tuve que enfrentarme a los profesores y centros de padres, pues supe que los profesores no daban aviso a sus directores, sacamos al niño de esas escuelas para que él fuera feliz, objetivo que se logró en la Escuela JFK y ahora en el Cordillera, centros educativos en donde no sólo detectan el bullying, sino que hacen algo para contrarrestarlo, también recibimos apoyo de profesores como don Nelson Muñoz y otros músicos, seguiremos haciendo lo que sea para que nuestros dos hijos sean felices, y no tengan que sufrir ataques como el bullying. Este año ganó la Beca Presidente de la República, gracias a sus logros académicos y constancia en sus estudios», dijo Roberto Gallegos a Diario El Trabajo.

TIENE FUTURO
Dos de las personas que tuvieron que ver en el desarrollo artístico de Joaquín a nivel musical, fueron don Oscar Leiva y el profesor del Cordillera, Nelson Muñoz.
«Yo conocí a Joaquín cuando él tenía apenas cinco años, jugaba frente a mi casa con otros niños, una vez lo invité a escuchar mi saxofón, él se quedó y se mostró también muy interesado, poco a poco le enseñé sus primeros contactos con la música, así aprendió rápidamente a tocar ese y otros instrumentos. Tiene mucho talento y deseo que logre llegar muy lejos», comentó don Oscar, vecino de El Señorial.
Por su parte el profesor Muñoz, quien ha tenido a Joaquín muy de cerca, explicó que «son muy, pero muy pocas las personas que tocan la Tuba, Joaquín es una de ellas en el Valle de Aconcagua. En la universidad nos decían que teníamos que apoyar a un niño si lográbamos toparnos con uno de las características de Joaquín, él de seguro que llegará muy lejos, todo es que no pierda el interés y de que continúe tocando, es un orgullo para San Felipe».
La experiencia vivida por este niño-adolescente sanfelipeño y su familia, nos enseña muchas cosas dignas de nuestra atención, varios niños se han quitado la vida a causa de los traumas generados por el bullying en las escuelas; otros se aíslan del mundo escolar; algunos buscan falso refugio en las drogas y malos caminos, pero en el caso puntual de Joaquín, él y su familia nos enseñan que ‘hacer una limonada si la vida nos da un limón’, es posible.
Roberto González Short
rgonzalez@eltrabajo.cl

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