En un duelo, en el que sin exagerar el equipo albirrojo pareció revivir actuaciones de temporadas pasadas, en las cuales peleaba por cosas grandes, se terminó pagando muy caro la carencia de finiquito, por lo que debió conformarse con un magro empate a 1 frente a Deportes Santa Cruz.
Desde el pitazo inicial dado por el menos que discreto árbitro Felipe Moya, los dirigidos por el profesor Damián Muñoz se mostraron punzantes y finos a la hora de armar jugadas ofensivas. Con un bloque defensivo bien constituido y una zona media cada vez más pulcra -independiente de los actores- en su accionar, no se les hacía difícil arrimarse sobre la portería visitante, la cual de manera constante sufría con las arremetidas de Bairo Riveros, Matías Sandoval, Gonzalo Jara y Davis Salazar, los que pecaron de falta de puntería o malas decisiones cada vez que tuvieron oportunidades para desnivelar.
Si el juego terminó en empate solo se debió a la falta de gol y la pésima gestión del juez Moya, quien dejó sin sanción dos clarísimos penales a favor del Uní Uní. Al pito solo lo libera en algo de su culpa, el que precisamente en este juego hizo su debut en Primera B. Algo que cuesta entender debido a la importancia del pleito.
En el 66’ Diego González Torres silenció el Municipal al batir a Paulo Garcés. El gol forastero pareció ser sacado de otro libreto ya que, si era por merecimientos, fue el Uní Uní el que los tenía de sobra, pero en el fútbol sabido es que no se gana por merecimientos.
Bajo la conducción técnica de Damián Muñoz, los aconcagüinos muestran notorios avances en todos los sentidos, y fue por eso que pese a estar en desventaja, nunca perdieron la línea, así que nadie se sorprendió cuando en el minuto 78 Francisco Salinas marcó el empate.
La paridad sabatina se tradujo en que Unión San Felipe llegó a 10 puntos, quedando muy lejos del penúltimo Curicó Unido que juega esta tarde, y acumula 19 positivos.