El 2 a 1 sufrido el sábado último frente a la Universidad de Concepción, solo viene a sumarse a la interminable seguidilla de derrotas de un conjunto albirrojo carente de ideas futbolísticas y capacidad de respuestas desde lo anímico.
Cuando ya se han jugado once partidos, resulta improductivo hacer el típico y manoseado ejercicio de ‘cargar’ a la mala fortuna para justificar los continuos tropiezos del equipo sanfelipeño. Esa dinámica puede aplicarse para dos o tres caídas, pero seguir en esa línea, puede ser muy peligroso para el futuro, porque claramente las derrotas unionistas encuentran su explicación en un grupo de jugadores muy débil en todos los aspectos, y el en cual solo sobresalen y escapan a las críticas Gonzalo Jara, Iván Vásquez y el prometedor juvenil Vicente Álvarez.
Vistas así las cosas, lo único que queda por esperar es que, de acá al término de la primera rueda, los daños alcancen una profundidad tal, que haga imposible cualquier intento por salvar al club de perder la categoría.
Ante ‘El Campanil’, San Felipe planteó un partido solo correcto. Con eso, logró tener la posesión del balón y causar algunos estragos en la estantería universitaria. Matías Sandoval estuvo a punto, pero los tubos dijeron otra cosa.
La debilidad actual del Uní Uní quedó graficada de manera dramática en el primer gol del cuadro estudiantil, y es que precisamente –como ha sido durante todo lo que va de torneo– cuando en apariencia tenían el control del juego, bastó un error en el 31’ para que todo se desequilibrara en su contra. Facundo Gómez se creyó Elías Figueroa al intentar salir jugando, cuando lo lógico y más seguro era ‘reventar’ la pelota, perdió la esférica para que instantes después Ignacio Herrera dejara sin opción al arquero Martín Ibacache.
El gol de los locales no provocó mayor sorpresa entre la parcialidad de los sanfelipeños, y es que a estas alturas todos ya esperan el momento del error para lamentarse. Unión San Felipe tiene en Gonzalo Jara un jugador diferente, que aparte de su talento natural, pone personalidad y sacrificio. Con esta receta el extremo robó un balón en su propia área para jugarse una patriada que culminó con un verdadero golazo en el minuto 45’.
Por el momento en que cayó la paridad, estaba claro que el primer tiempo culminaría empatado en 1, con un San Felipe más fuerte en lo anímico. Es que empatar en el final con un gol de esas características era un verdadero golpe en lo psicólogo; sin embargo, este Uní Uní modelo 2024 parece tener un interminable repertorio de chambonadas y limitaciones, porque de otra manera no puede entenderse lo que sucedió en el segundo minuto de adición del primer acto, cuando una pelota sin mayor riesgo, el lateral Cristián Dubó la mandó al fondo de su propio arco, ante la mirada impotente de un Martín Ibacache, que parece estaba atornillado (nula capacidad de reacción) al piso y solo vio como el balón se metía en su portería.
La diana en contra provocada por el mismo jugador de la pasada derrota contra Rangers, fue un mazazo demasiado violento para un equipo limitado, que cuenta y ha demostrado en cancha con malos resultados que tiene pocos elementos y nada de herramientas para sobreponerse, por más que intente dar batalla; pero esto es fútbol profesional, no aficionado, así que con ganas y actitud no basta.
Con esta décima derrota, los albirrojos se hunden más en la tabla de posiciones, en la cual son ‘sólidos’ colistas, tanto que parecen estar en el subterráneo de la misma. Veremos si tras el próximo juego contra Santiago Morning no contamos la misma, triste e interminable historia.