- La mujer de 34 años de edad asegura que, tras finalizar su tratamiento oncológico bajo el sistema GES, quedó sin cobertura ni seguimiento médico, pese a presentar secuelas y una recidiva confirmada de la enfermedad.-
Una compleja situación vive Jacqueline Lincura, vecina de la comuna de Los Andes, quien denuncia haber quedado sin cobertura ni seguimiento adecuado por parte del sistema de salud, luego de finalizar su tratamiento oncológico y presentar nuevas complicaciones derivadas del cáncer cervicouterino y su tratamiento.
La mujer, de 34 años de edad, relató a Diario El Trabajo que fue diagnosticada con cáncer en enero de este año, iniciando su atención en el sistema público. Sin embargo, asegura que los plazos establecidos por el GES/AUGE para la tipificación de su enfermedad no se cumplieron, lo que la llevó a activar el mecanismo de segundo prestador a través de Fonasa.
«En el hospital no se cumplieron los plazos AUGE para tipificar mi cáncer. Yo llamé a Fonasa y me dijeron que, si vencían los plazos sin diagnóstico ni tratamiento, debía activar el segundo prestador», explicó.
Fue así como, en febrero, comenzó su tratamiento en la Clínica Ciudad del Mar, donde recibió quimioterapia, radioterapia y braquiterapia. No obstante, Jacqueline señala que durante todo ese proceso debió convivir con nefrostomías, dispositivos instalados en sus riñones, producto del tamaño del tumor. «Esto fue producto del cáncer, no es algo que yo tuviera antes. Yo llevé las nefrostomías durante todo el tratamiento», afirmó.
Según su testimonio, los problemas comenzaron al finalizar la terapia oncológica, cuando consultó qué ocurriría con estas secuelas. «Me dijeron que eso no lo cubría el AUGE, pero ¿cómo no lo va a cubrir, si es producto del cáncer?», cuestionó.
Jacqueline sostiene que, tras concluir la braquiterapia, se le otorgó un alta administrativa sin realizar exámenes de control ni imágenes que confirmaran la remisión de la enfermedad. «El doctor me dijo que me iban a dar el alta, y yo le pregunté cómo, si no me habían hecho ninguna imagen. Después mandaron una resonancia, pero con tres meses de espera», relató.
Paralelamente, comenzó a presentar nuevos síntomas, como dificultades severas para tragar y una baja considerable de peso, situación que la llevó a hospitalizarse nuevamente, esta vez en el Hospital San Juan de Dios de Los Andes, por una infección urinaria asociada a las nefrostomías. «No podía comer ni tomar agua. Me hicieron una endoscopía y descubrieron que tenía adenopatías gigantes que no me dejaban tragar», señaló.
Durante ese período, Jacqueline debía realizarse exámenes pendientes solicitados por la clínica, pero al encontrarse hospitalizada fue informada que debía continuar todo su proceso exclusivamente en el sistema público. «Me dijeron que ellos ya habían cumplido, pero yo seguía con las nefrostomías y sin saber qué pasaba conmigo», expresó.
Lo más preocupante, según su relato, es que exámenes posteriores realizados en el hospital público confirmaron que el cáncer nunca desapareció y que presenta una recidiva de la enfermedad. «El cáncer nunca se fue. Lo que tenía en el tórax también era cáncer, y eso está confirmado con biopsia», aseguró.
Jacqueline afirma haber presentado estos antecedentes, sin recibir hasta ahora una respuesta clara sobre la continuidad de su atención ni la cobertura de las nuevas patologías. «Yo quedé en el aire, sin saber quién se hace cargo», manifestó.
Desde Diario El Trabajo, se exponen estos antecedentes en base al testimonio de la paciente y a documentación médica que respalda su diagnóstico.
La afectada espera que su caso sea revisado por las autoridades de salud y que se clarifique la responsabilidad en la continuidad de la atención de pacientes oncológicos que presentan secuelas o nuevas complicaciones tras finalizar su tratamiento.








