Berta Figueroa Prado tiene ya 80 años, es hija de doña Sarela Prado y don Tito Figueroa. También, es la última integrante viva de esa primera generación que, junto a sus padres y hermano Ricardo (Q.E.P.D.), estuvieron en los inicios del reconocido Restaurant ‘La Ruca’, ubicado en El Rincón de Bucalemu, sector de Curimón.
En esta línea, este próximo 30 de mayo a las 10:00 horas, en el Teatro Municipal de San Felipe, durante la Ceremonia de Premiación de la Actividad ‘Patrimonio Vivo Comunal’, Berta Figueroa será destacada por su valioso aporte a la ‘Cultura Gastronómica’. Fue ella misma quien lo explicó a Diario El Trabajo.
– Cuéntenos, va a ser premiada este día 30 de mayo de 2025
– Sí, voy a ser premiara por la parte culinaria. Lo que pasa es que hay muchos negocios antiguos en San Felipe y ya no están los fundadores ni la primera generación, entonces a mí me van a premiar por ser de la primera generación que va quedando del Restaurant La Ruca.
– ¿Qué siente al ser reconocida, como dice usted a sus 80 años?
– Me siento muy contenta, feliz de lo que mi mamá sembró, la señora Sarela Prado Rivera; aún tiene frutos. Muy orgullosa de ser una digna representante de ella, quien fue la que formó La Ruca, la inició.
– Contar que se inician comprando chanchos y vendiendo todo lo que tiene que ver con sus subproductos, vendiendo de todo. ¿Fue así?
– Claro, mi mamá elaborada todo, las longanizas, costillares, prietas, los arrollados, todo lo que se puede hacer. Se comenzó a vender entre los vecinos, después entre los amigos y de a poco. La mejor propaganda es la que se hace de voz en voz con la gente que ha venido a comprar.
– ¿Cómo llegan a formar el restaurante, la gente se quedaba a comer ahí?
– De a poco, claro, porque al principio compraban para llevar. Por ejemplo, yo estaba estudiando en el liceo, yo les conté a las profesoras y venían a comprar. Un doctor amigo que trabajaba en la minera Andina venía a compra. Decían ‘¿cómo nos vamos a ir? Queremos comer aquí’. Teníamos, como en todas las casas, un solo comedor y ahí comíamos, se servían ellos y de a poco fue más gente, más gente; todos querían comer ahí. Se fue arreglando, comprando mesas y donde está La Ruca, eso era un parrón grande y se construyó la primera parte, pero era más chica, no es lo que hay hoy en día; o sea, todo ha ido creciendo con el tiempo, los años.
– Usted a temprana edad le andaba ayudando a su madre, la señora Sarela
– Siempre, cuando ella comenzó le teníamos que ayudar, porque estaba sola, mi abuelita Ofelia le ayudaba y nosotros en lo que podíamos lo hacíamos y después aprendimos hacer todo con mi hermano Ricardo.
– Supimos que su padre trabajaba en Ferrocarriles del Estado e iban a vender a Valparaíso
– Claro, mucho tiempo después mi papá jubila en ferrocarriles y entonces se une al emprendimiento de mi mamá e iba a hacer entregas a Valparaíso, porque mi mamá iba primero a partes donde le compraban los productos que ella elaboraba.
– Para cerrar y agradecerle, le reitero la pregunta. ¿Es importante para usted que sea reconocida?
– Sí, realmente es muy importante, emocionante.
Hace mención al gran trabajo que ha realizado su sobrino Ricardo Carlos Figueroa Cerda, a cargo actualmente de La Ruca.
– ¿Algo que quisiera agregar?
– Todos los elogios, las alabanzas para mi madre, porque sin ella no habría existido La Ruca, eso está muy claro.

