Este día 30 de agosto, con 75 años cumplidos, Fernando Pulido Quintana bajó para siempre la cortina de su taller de bicicletas ubicado en la intersección de las calles Merced y Navarro, pero como siempre Diario El Trabajo estuvo ahí y le contamos su historia.
– Nos enteramos que iba a cerrar su taller de bicicletas aquí en Merced con Navarro, ¿qué hay de cierto?
– Sí, ya estamos casi listos, desocupando todo y bueno no hay vuelta que darle, problemas de salud y otra también por la delincuencia, tiene temor uno que le pase cualquier cosita y todo eso es el motivo; también irme a descansar, en la casa me voy a entretener algo, pero no como trabajaba aquí totalmente completo.
– ¿Cuánto tiempo estuvo aquí?
– Aquí estuve 35 años y en la otra esquina de Maipú estuve 7, y más debajo de la Shell 3; o sea, llevo en total como cuarenta y tantos años más o menos trabajando, pero aquí en definitiva estuve 35.
– ¿Qué recuerdos o experiencias?
– Muchos, ¿por qué?, porque tengo hartos clientes, como tres generaciones. Los papás venían con los hijos, ahora los hijos vienen con los nietos y así a veces me encuentro con clientes míos por ahí, que eran chicos cuando venían para acá; algunos son doctores, otros carabineros, hay diferentes y se acuerdan de uno. Yo siempre los atendí bien porque siempre dije yo «los niños chicos van creciendo y uno va para bajo», había que atenderlos bien y otra cosa de que es bonito encontrarse con ellos cuando le dicen «hola maestro, cómo está usted, tanto tiempo», y bueno así es.
– Así como trabajó tanto tiempo, quizás no tiene un número, ¿cuántas bicicletas arregló?
– Nooo, cantidades, cantidades, no tendría el recuerdo, pero cualquier cantidad. Llegaba fin de año y había cualquier trabajo, incluso llegué a tener un niño que ahora me está llevando las cosas, con 14 años trabajando conmigo, y siempre conversábamos sí algún día sale una pega mejor que esta, había que retirarse nomás, pero él se consiguió pega en la minera Andina y ahí me dejó, pero estuvimos harto tiempo juntos.
– En ese mismo sentido, ¿nunca pensó en dejar a alguien aquí, enseñarle la ‘pega’, un hijo suyo?
– No, porque mis hijas son mujeres y mi nieto tiene otras ideas, el mayor que tiene 21 años ya él tiene otro tipo de… está estudiando todavía, pero el resto son nietecitas mujeres chicas.
– Nunca se interesó en dejarle a alguien.
– La verdad que no hay, a los niños ahora no les gusta ensuciarse las manos, se sienten incómodos, es como un poquito sucio la pega, porque uno trabaja con grasa, llegan bicicletas embarradas, eso no les gusta mucho. Yo tuve niños a veces a prueba, y cuando se veían las manos mugrientas se preocupaban.
– ¿Usted los ‘cachaba’ al tiro?
– Claro, la verdad que no sirve, no les gustaba y no les gusta aprender tampoco, este oficio es bueno, las bicicletas no se van acabar nunca.
– ¿Alguna anécdota de algún cliente que venga a su memoria en este momento?
– Claro, anécdotas habían muchas, no me recuerdo en este momento, pero sí como le dijera…
– ¿Entregó alguna vez una bicicleta cambiada?
-( Se ríe) No, nunca, muchas veces las sacaba para afuera, poníamos un montón de bicicletas ahí, y cuando las íbamos a entrar nos faltaba el asiento o la rueda delantera, porque me las sacaban y nadie se daba cuenta. Tenía vecinos de la ferretería al frente, tampoco, siempre ‘chuta nos falta la rueda’. Fueron problemas porque había que reponerlas nuevas, al cliente hay que responderle, no era problema de él, y así muchas más, la verdad que no me recuerdo y me pillan de improviso así.
– Para cerrar y agradecer, una reflexión final haciendo como un resumen de su vida, en una frase, un pensamiento.
– Nooo, igual me va a costar olvidar esto porque son muchos los años, igual da como nostalgia ya de retirarse, pero qué le vamos a hacer, la vida es así y hay que seguirla nomás.
– ¿Lo habló con su familia?
– Sí, es que estuve muy complicado hace tiempecito y pasó lo siguiente, de que mi hija se preocupaba, me dijeron: «no papá, está bueno ya, mejor que te vayas a descansar». A pesar que soy un poquito hiperkinético, en la casa no me va a faltar qué hacer, yo no puedo estar sin hacer nada, es imposible, y otra que los mismos clientes me dicen «no te vay de aquí’, ¿por qué?, ‘porque te va a pasar cualquier cosa’. Es que ellos piensan que me voy a quedar tranquilo o no voy hacer nada; no, yo igual voy a estar en actividad.
Pensar que hubo clientes que le ayudaron con herramientas cuando le robaron.