Dr. Eduardo Valenzuela, querido y recordado médico sanfelipeño, Hijo Ilustre de San Felipe.

Dr. Eduardo Valenzuela, querido y recordado médico sanfelipeño, Hijo Ilustre de San Felipe.

No está Eduardo… se nos fue… ¿Saben ustedes, el pueblo de San Felipe, lo que es eso? Vienen los días y los días, uno tras otro y el vacío crece y la desesperanza nos deshace. Ya no lo encontraremos en la calle, en la consulta, en su casa, ya nunca, nunca… y las pedradas llegan al corazón, estrujan el alma hasta dejarla convertida en un harapo. Todo lo que Eduardo fue durante tantos años para cada uno de nosotros, para el pueblo todo: seguridad, transparencia, sabiduría y verdad, pero sobre todo: bondad, la humilde bondad del que te acoge y siente contigo y está contigo y se da por entero a ti sin apremios ni distancias, sin discriminación de ninguna especie. Todos, cualquiera de nosotros, del primero al último, podíamos acudir a él en cualquier momento, en cualquier situación. Y allí estaba y estuvo… presente siempre, hasta la última hora. Ahora que no está, que no estará, sabemos exactamente lo que es la pérdida de esa mirada irremplazable, ante la cual eras tú , único, realmente la persona humana. Que Dios, no le falta a nadie, es verdad. Y que se hace presente de mil maneras, lo intuimos en el misterio mismo de la vida , en las formas que lo expresa o en cada gesto que por pequeño o amplio que sea, refleja su Ser entre nosotros. Donde quiera que estuviera, o fuera, Eduardo caminaba con esa luz… llegaba como la paz al corazón. Su presencia era un alivio, y su constancia para no abandonarnos en la aflicción, uno de sus más maravillosos dones. Suman años y años los recuerdos de tantos sanfelipeños, de cada vez que nos tendió la mano en el dolor, en la angustia o en sombra ilimitada de la muerte. Vivió en plenitud la verdad de las bienaventuranzas y trascendió -o mejor trasgredió- el precepto bíblico del amor: porque al prójimo, lo amó más que a sí mismo. Testimonio de ello de ese no pensar en él, fue su firme valor de estar en su consulta para atendernos hasta la última hora. Así era Eduardo…. El Dr. Valenzuela… el que dejó honores y reconocimientos como uno de los mejores cirujanos de Chile. Renunció a importantes cargos por estar con nosotros… en un pueblo que seguramente no escogerían para vivir los hombres de fama o de fortuna. Esos rasgos de su humildad y ejemplar caridad serían tema para un libro, para una biografía de los bosques que lo habitaban… y también para hablar de sus manos, de sus prodigiosas manos que ponían en obra el poder de Dios entre nosotros. Porque esa sabiduría y seguridad que poseían no viene del hombre ni de la ciencia. Sus manos fueron capaces de tantos milagros, de tantas curaciones y cicatrizaciones. Tenía que morir como la semilla para transformarse en imperecedero y viviente ejemplo, en enseñanza viva, al igual que la del Maestro de Galilea, otro Señor de prodigiosas manos, que también estuvo entre nosotros para darnos su vida y del que Eduardo heredó ese santo poder de la compasión.
Hoy a una ya eternidad de su muerte, mientras camino por los recuerdos y contemplo lo que de él queda en el aire, el tiempo, el cielo o la tierra, siento que son unas pocas palabras verdaderas.
…Ahora que palpamos nuestra invalidez y desamparo, ahora que no está, y es un nombre lo que de él queda, un recuerdo junto a una lápida, un árbol o la silla de su casa donde acostumbraba a sentarse, un nombre al que nos acercamos con el recogimiento que provoca la verdad, la fe de vida y la esperanza, recurrimos en el nombre del pueblo de San Felipe, al Alcalde, Patricio Freire Canto, para pedir que los lugares que fueron suyos, por los que él más transitó y eran como la sede de su vocación de amor, el Hospital San Camilo en la avenida Miraflores y su hogar muy cercano a ella, lleve su nombre. Sería como un mínimo reconocimiento, un último homenaje de memoria viva e imperecedera y de gratitud que la ciudad rinde a quien fuera uno de sus más preclaros hijos, y que tan generosamente dio su vida por todos nosotros.

por Olga Lolas Nazrala

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No está Eduardo… se nos fue… ¿Saben ustedes, el pueblo de San Felipe, lo que es eso? Vienen los días y los días, uno tras otro y el vacío crece y la desesperanza nos deshace. Ya no lo encontraremos en la calle, en la consulta, en su casa, ya...