Resignación y dolor tras la partida del ‘Banquetero’ más conocido del valle

Amigos y familiares de Enrique ‘Salicilato’ Fernández, recuerdan con cariño a este pionero empresarial que supo darlo todo en cada uno de sus proyectos. Foto tomada en el prestigioso Restaurante La Ruca de Curimón.

Roberto González Short – rgonzalez@eltrabajo.cl

Alguien dijo por ahí: ‘Gana más, quien sirve a más personas en la vida’, aplicando este concepto al hecho del reciente fallecimiento del destacado empresario sanfelipeño, Enrique Pascual Fernández Bienzobas, ‘Salicilato’, entonces podríamos especular que nuestro apreciado amigo debió morir millonario.

Con su esposa Gladys Zapata, Enrique fue un hombre feliz y realizado totalmente.

Y decimos que él debió ‘morir millonario’, porque este sanfelipeño nacido el martes 16 de abril de 1940, dejó de existir este pasado 6 de agosto en su casa de habitación, luego de permanecer 19 meses de agonía, tras reventarle una aneurisma cerebral que finalmente le arrebató la vida a sus 72 años de edad.

En Diario El Trabajo queremos hoy compartir con nuestros lectores, una reseña detallada sobre las actividades en vida del conocido Enrique ‘Salicilato’ Fernández, un hombre que apasionadamente luchó durante toda su vida por ayudar a los demás a lograr sus metas personales, a la vez que él buscaba también cumplir las suyas.

LOS MEJORES BANQUETES

Este ejemplar empresario aconcagüino, desarrolló muchos proyectos gastronómicos y empresariales, mismos que brindaron trabajo para decenas de personas en los distintos eventos públicos y privados que atendió en sitiales como el Club San Felipe, Club Árabe de San Felipe y Viña del Mar.

En los años 60’, Salicilato era también conocido como un excelente arquero, guardametas que militó también para el Uní Uní de la época.

Para ganarse la vida, ‘Salicilato’ Fernández hizo de todo, en su juventud fue chofer fiscal y hasta concesionario del desaparecido ‘Café París’, la responsabilidad gastronómica de los mejores banquetes en las bodas y aniversarios institucionales de nuestra sociedad, siempre llevaron el ‘sello personal’ de este fiel devoto de la Virgen de Andacollo.

Enrique Fernández dejó viuda a Gladys Zapata, con quien tuvo tres hijos, de ellos recibió en vida a seis nietos que le robaron el corazón desde el primero hasta el último de ellos. Diario El Trabajo habló con su hija Daniela Fernández.

Todo un ‘Indiana Jones’ fue el viejo Enrique, un personaje que pasa ahora a la Historia de los grandes sanfelipeños que serán recordados con cariño y respeto. Cada una de sus empresas, significó para él una gran aventura.

“Papá fue un buen amigo; sabía ser ‘el tata’; un ejemplo de persona y una figura útil para mucha gente, honrado y querido, con su partida nos quedamos tranquilos, porque sabemos que él fue feliz y también porque él supo que nos dio felicidad a todos”, indicó Daniela, de 28 años.

Sobre la capacidad de entregarse a los demás del viejo ‘Salicilato’, otro de sus hijos, Enrique Fernández, supo expresar en pocas palabras el sentimiento de agradecimiento hacia su padre.

“Yo estoy muy tranquilo, puedo decir que papá nos lo dio todo en la vida, también estamos orgullosos porque él supo dar trabajo a más de 30 personas en cada uno de sus proyectos”, dijo Fernández.

ORIGEN DE SU APODO

El apodo ‘Salicilato’, Enrique lo recibió de muy pequeño porque sus padres eran muy amigos de los papás del Alcalde Jaime Amar, y en aquellos años, siendo niño, el pequeño Enrique jugaba y ayudaba en las farmacias de Zacarías Amar. Fabricaban allí una crema llamada ‘Salicilato’, de olor muy fuerte, es así que cuando el niño Enrique llegaba a su barrio, el fuerte olor a la sustancia lo llevaba con él, heredando así el apodo de ‘Salicilato’.

Daniela Fernández, hija menor de Enrique ‘Salicilato’ Fernández.

Enrique Fernández, hijo.

Diario El Trabajo destaca públicamente toda la trayectoria empresarial y gastronómica de este ejemplar sanfelipeño, sus años de entrega al desarrollo comercial y laboral de su grupo de trabajo, siempre serán recordados como una ruta que fue marcada para que otros, de su ejemplo, sigan su huella.