Con Parkinson y 78 años de edad, sigue vendiendo dulces en la calle

Ricardo Cádiz, vendedor en Traslaviña con Prat:

Ricardo Cádiz tiene 78 años de edad, sufre el mal de Parkinson y lo podemos ver vendiendo dulces en la intersección de las calles Traslaviña con Prat. En todo caso está muy agradecido de la gente de San Felipe porque es solidaria y generosa, y algunos le donan mil y hasta cinco mil pesos.

Lo encontramos precisamente en la vía pública y decidimos conversar con él para conocer su historia, de cómo un hombre a su edad sigue vendiendo en la calle. Reconoce que a pesar de su enfermedad, no puede dejar de trabajar.

Según nos dijo, «hace 2 años saqué departamento en Los Andes, como le decía recién, estuve 18 años enfermo de epilepsia, me daban ataques, vivía cayendo (se emociona)… me venía el ataque, caía, me pegaba el porrazo y ahí quedaba, perdí mucho. A los 19 años me fui a Rancagua a trabajar en la agricultura con unos tíos, ahí comenzamos a trabajar en cooperativas campesinas, a organizar, y de ahí formar la federación de cooperativas de campesinos, ahí estuve de secretario, así es que ahí comenzamos a levantar, como le digo trabajamos harto, trabajé harto en el campo, en Santiago también estudié porque no podría trabajar, yo me vine de Graneros, yo trabajaba en Codegua, sembraba y trabajaba todos los días la tierra, por eso tenía plata. Aquí estoy trabajando como usted ve.

¿Por qué llega acá, tiene pensión, algo?

– No, lo que pasó conmigo es que a mí me dio el covid, entonces yo pasé por Santiago, tengo un hermano mayor en Santiago, y él me fue a buscar a Rancagua y me dijo «ya ándate conmigo», porque me encontró con una parte de la cara hecha pedazos. Me vine de allá del campo a Avenida España con Alameda porque hay un colegio grande ahí, donde en ese tiempo trabajaba mi hermana y una tía, mi hermano era mozo, mi tía era cocinera en el colegio y yo estaba con ellos ahí. Después le hacían propaganda a una academia de estudios y yo le dije «ahí voy a estudiar», anda me dijo. De ahí busqué talleres, me pasaba del taller a la academia a estudiar. Ahí estudié 3 años.

¿Qué estudió?

– Estudié electricidad de automóvil, embobinado de dínamo, motor de partida, alternadores y electromecánica que comprende embobinado.

¿Usted tiene pensión?

– Sí, tengo una pensión… la mínima (205 mil pesos)

No le alcanza para vivir.

– No, por eso estoy aquí.

Vemos mucho movimiento en su cuerpo, ¿tuvo una parálisis, algo así?

– Tengo Parkinson hace como 10 años.

Igual tiene venir a vender para sumar más dinero.

– Sí, qué saco con estar en la casa… nada, entonces por eso es que salgo, no es que yo tenga problemas con mi hermana, yo no tengo ningún drama con ella porque han sido muy buenas personas, me fueron a buscar, me han mantenido y a veces tienen que pagar cuentas conmigo, entonces son 205 los que… y yo a veces genero más gasto.

¿Le alcanza eso?

– No tengo idea si le alcanzará o no, tendrá que poner plata de ella.

Ya pero algo es algo, igual tiene que salir a vender.

– Sí, pero la gente es muy buena. Aquí la gente me pasa plata, me pasa una luca, cinco lucas, así es la gente de San Felipe.

¿Le agradece a la gente?

– Sí, le agradezco, estoy muy agradecido  de la gente de San Felipe.

¿Usted es casado o soltero?

– Soy soltero.

¿Tiene hijos o no?

– Tengo un hijo en Rancagua.

Le va bien aquí, la gente lo quiere

– Sí porque ni los inspectores me dicen nada.

Usted viene a trabajar por necesidad también.

– Mire, necesidad no tengo tanto, lo que pasa es que yo estoy acostumbrado a trabajar, ese es otro detalle, entonces por eso vengo.

Acá vemos a Ricardo Cádiz vendiendo dulces en la intersección más transitada, Traslaviña con Prat en San Felipe.
Acá vemos a Ricardo Cádiz vendiendo dulces en la intersección más transitada, Traslaviña con Prat en San Felipe.
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