Pone su cargo a disposición e iniciará paro individual:
- Sin hospitalización domiciliaria, falta de camas y NNA que deben volver a sus hogares a pesar de diagnósticos como ‘riesgo suicida u homicida’, son parte de las graves problemáticas que expone.-
El médico psiquiatra Osvaldo Ibaceta, denunció públicamente graves problemas que ocurren en el sistema público de salud mental de Aconcagua, especialmente con niños y adolescentes, quienes no estarían siendo atendidos debidamente. A través de una extensa carta, el profesional señaló:
«Quiero contar una historia de fracaso. Entregaré algunos datos, no con fines autorreferenciales, sino para que quien quiera corroborar la información pueda hacerlo. Soy Osvaldo Ibaceta, psiquiatra de niños y adolescentes. Trabajo en el sistema público de salud desde 2009, cuando comencé como médico general en atención primaria en la ciudad de Los Ángeles. Desde 2018 soy psiquiatra en el Servicio de Salud Aconcagua (SSA), donde estuve tres años como jefe del Departamento de Salud Mental en la Dirección del Servicio. Además, desde ese año realizo turnos en la Urgencia del Hospital Psiquiátrico Philippe Pinel. Desde 2024 me desempeño en el COSAM de San Felipe y en el Hospital de LlayLlay, atendiendo de manera ambulatoria a niños y adolescentes. Antes de eso, trabajé casi dos años en el COSAM de Los Andes.
«He sido parte de distintos equipos, siempre intentando mejorar la salud mental en Aconcagua. Y aunque muchas veces no se me ha querido escuchar desde la dirección, me he mantenido, porque creo en el servicio público y porque soy originario de esta tierra. Pero hoy quiero relatar una larga historia de fracasos.
«A pesar de los múltiples esfuerzos e iniciativas de las que he formado parte -ya sea en la gestión desde la Dirección del SSA o desde el Hospital Psiquiátrico, donde fui subdirector médico- no he visto resultados. Desde el Congreso se escandalizan porque no se atiende a niños, pero lo cierto es que sí los atendemos. En particular, este último año me he dedicado casi exclusivamente a niños y adolescentes con cuadros graves, sin poder realizar otras acciones propias de la psiquiatría comunitaria. Y, sin embargo, la gravedad no disminuye.
«Desde 2018, ninguna de las gestiones en las que he participado ha permitido crear dispositivos adecuados para atender a niños, niñas y adolescentes (NNA) con trastornos psiquiátricos graves. No hemos logrado establecer hospitalización domiciliaria, hospitales de día, ni unidades de hospitalización de cuidados intensivos en psiquiatría infanto-juvenil (UHCIP-IA).
«He fracasado. Entre 2018 y 2019, desde la Dirección del SSA, promovimos una unidad infantojuvenil en el Hospital Psiquiátrico, donde se invierten miles de millones de pesos. Quisimos instalar un equipo especializado, pero todo se vino abajo luego de un error comunicacional del subsecretario de Salud de la época, Sr. Arturo Zúñiga, quien anunció a fines de 2019 que habría 350 camas para niños en todo Chile. Una promesa irreal, que nadie aquí propuso. Nosotros pedíamos solo 14 camas, separadas de la población adulta y con un equipo especializado. Pero ganó la infamia, promovida por sectores ideologizados desde la antipsiquiatría, la psiquiatría comunitaria y sociedades como SOPNIA, que nunca han visitado Aconcagua ni han abogado por mejoras. Por ese motivo renuncié a esa sociedad hace años, y este mes renuncié también al Colegio Médico, por la falta de apoyo.
«En 2020, junto a la enfermera Claudia Camerati, fuimos al Ministerio de Salud en representación del SSA. Nos reunimos con el jefe del Departamento de Salud Mental, Dr. Matías Irarrázabal, y su asesor, el psicólogo Daniel Venegas. Escucharon nuestra propuesta y prometieron crear un hospital de día, una UHCIP-IA, un equipo asertivo comunitario y otro de psiquiatría de enlace para el Hospital San Camilo. Incluso llegamos a ver el espacio destinado. Pero vino la pandemia, y todo se desvió hacia otras urgencias sanitarias. Aunque sabíamos que vendría la ‘cuarta ola’ de salud mental, seguimos postergando.
«También fracasamos a fines de 2023 e inicios de 2024. Desde el COSAM de Los Andes motivamos a todos los equipos de psiquiatría infantil de Aconcagua a paralizar funciones y exigir la restitución de 32 cargos eliminados injustamente por decisión de la Dirección del SSA. Los traspasaron al Hospital San Camilo por presión gremial. Con esfuerzo recuperamos los cargos, incluso con apoyo de la Delegación Presidencial Provincial. Pero no hubo lucha gremial por el resto del petitorio, que incluía justamente los dispositivos para pacientes más graves.
«Fracasamos como red. A mediados de 2024, perdimos la posibilidad de hospitalizar a menores de 14 años en el Hospital del Salvador de Valparaíso. Lo mismo ocurrió en 2021 con UDAC del Instituto Horwitz en Santiago, donde hubo movilizaciones para mejorar las condiciones para adolescentes hospitalizados. Hoy, muchas cosas siguen igual. O en Valdivia, en noviembre de 2024, donde se exigía una UHCIP para niños. Lo cierto es que muchos equipos se queman atendiendo casos graves, viendo cómo se daña el desarrollo de los niños, de sus familias y también nuestra vocación. Participamos en decenas de reuniones inútiles, donde solo se refuerza la indolencia hacia los niños con mayor sufrimiento.
«Y aunque cada día realizamos miles de atenciones ambulatorias, lo cierto es que yo ya me cansé de ser psiquiatra infantil en esta red. Me cansé.
«El pasado 15 de julio, durante un turno de 24 horas en la urgencia del Hospital Psiquiátrico, seguí dejando pacientes en lista de espera para hospitalización. Sé que los envío a casa sabiendo que están en riesgo, tal como hace siete años. No tenemos camas. No tenemos hospitalización domiciliaria. ¿Será que los trastornos psiquiátricos no se consideran graves? ¿Será que los niños y adolescentes pertenecen a otra categoría de ser humano?
«Los protocolos siguen funcionando por inercia, por desidia, por estupidez. Enviamos a casa a niños con alucinaciones, delirios, riesgo suicida u homicida. Como un niño de 15 años con autismo, de Los Andes, cuya madre llora de miedo pensando que él podría matarla a ella o a su hermana. O una madre de LlayLlay, con un hijo de 17 años con discapacidad intelectual y agitación permanente, que lleva más de un mes esperando cama, sola, mientras envía a sus otros hijos con discapacidad a vivir con su abuela por seguridad. O una adolescente de 15 años de Putaendo, compañera de mi hijo, con anorexia y riesgo suicida extremo. Llega con los brazos sangrando. Sus padres se turnan por las noches para evitar encontrarla muerta en la mañana.
«No quiero darles más esperanza. No habrá llamadas en semanas ni meses. Cargaré en mi conciencia el haberlos evaluado y enviado a casa. ¿Es eso lo que estamos esperando?
«Sigo atendiendo cada siete días a los mismos pacientes diciéndoles que no hay cama, mientras otros sí la consiguen. Estoy cansado. Estoy frustrado. Estoy harto de esta fantasía de que con más COSAM no habrá gravedad. Se crean COSAM en San Esteban o Rinconada para cumplir promesas políticas, mientras se ignora que las zonas con mayor complejidad están en otro lado. El COSAM de Los Andes atiende toda la provincia en una casona arrendada, sin condiciones. El de LlayLlay atiende en conteiner. Y seguimos así desde 2017.
«Me frustra ver cómo la política -de derecha o de izquierda- malgasta millones en gustitos personales. Como ocurrió con un colega psiquiatra, formado en la misma escuela que yo, que recibió miles de millones para fines personales, partidistas, políticos. Eso lo detesto.
«Hoy me siento fracasado, agotado y quemado. Por eso, desde el 24 de julio dejaré progresivamente mis atenciones en San Felipe y LlayLlay. Usaré mis días administrativos, vacaciones, y luego iniciaré un paro. Sí, es ilegal. Que la Contraloría descuente mis días. Estoy dispuesto. Pero no seguiré trabajando en una red que no se ocupa de los niños y adolescentes más graves.
«No busco fama ni dañar a nadie. Si alguien se siente interpelado, que lo asuma. Ojalá en el MINSAL. Son ellos quienes pueden marcar la diferencia. Lo que más lamentaré es no poder seguir ayudando. Pero esto no es un castigo para los niños. Es un intento desesperado por generar un precedente. No quiero que otros me imiten ni que los despidan también. Pero si es necesario, desde hoy pongo a disposición mi cargo en el COSAM de San Felipe.
«Probablemente no consiga nada. Aunque sé que aún podemos hacer mucho en Aconcagua si el MINSAL aprueba un proyecto antes de noviembre, cuando se define el presupuesto del próximo año. Tengo la ingenua esperanza de que antes del Día del Niño haya cambios. Que, en vez de gastar millones en entretención, podamos tener algo que celebrar: un hospital de día, una unidad especializada, algo concreto.
«Espero que quienes pueden tomar decisiones se incomoden. Que se enojen. Que al menos se aburran leyendo este testimonio. Porque estoy verdaderamente cansado. No quiero seguir entregando falsas esperanzas a esos padres desesperados. Ya no quiero verlos llorar.
«Termino de escribir con la esperanza de que alguien más se sienta como yo. Si es así, pidamos a nuestras autoridades que hagan algo concreto. Que hagan suyas las palabras de Gabriela Mistral: ‘El futuro de los niños es hoy. Mañana será tarde’», cerró Ibaceta.
