Marta Silva Labra, presidenta del Club Deportivo La Colonia:
- La comunidad de Catemu reconoce su labor en el área deportiva y también en lo social con su preocupación hacia los más necesitados.-
Marta Silva Labra es una mujer catemina que dedica gran parte de su vida a la comunidad, labor que es guiada por su noble corazón y el ejemplo de sus padres. El pasado 19 de marzo fue elegida como presidenta del Club Deportivo La Colonia, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar este cargo, haciéndole honor a los 40 años invertidos en la causa futbolística.
Además, desde los 23 años de edad ayuda a los más necesitados de Catemu, tanto con ollas comunes para adultos mayores como cuidando y educando a niños que requieren de la protección de un adulto amoroso como Marta.
– ¿Antes había ocupado algún cargo en ‘La Colonia’?
– Nunca tuve cargos, pero soy la que lleva la batuta en el club, con los completos, cobrando las camisetas, las entradas. Con mi familia hemos apoyado esto al cien por ciento, hemos prestado la plata como para hacer las galerías, las panderetas. Hemos estado siempre metidos, es nuestra segunda casa.
– ¿De dónde viene esta pasión por ser parte de la asociación?
– Por mis padres. Mi papá Juan Silva era futbolista, jugó en Unión San Felipe, después le tocó el servicio militar, se casó y formó un grupo en Las Varillas, hicieron una cancha de fútbol. En ese tiempo se llamaba Club Deportivo El Royal. Luego, los niños se empezaron a ir y el club murió, entonces nos unimos con La Colonia y El Cobre. Toda la hinchada se tuvo que ir a El Cobre y los jugadores hacia La Colonia, desde entonces que estamos aquí. También tengo un hijo que es futbolista, Isidro Escobar. Empezó en la escuela de fútbol en Chagres, después lo cambié a Catemu, lo vinieron a ver de Unión San Felipe y ahí estuvo nueve años.
– ¿Usted también jugó fútbol?
– Sí. Cuando se terminaba la tercera o la segunda adulta, porque ahora han cambiado las cosas, dividen a las mujeres, los niños, pero en ese entonces solamente tercera, segunda y primera, cuando quedaba ese espacio entre la tercera y la segunda hacíamos un equipo de mujeres y jugábamos contra nosotras mismas, había muchas mujeres en ese entonces y todos los clubes hacían lo mismo. En el año 82 hicieron un campeonato de mujeres donde participaron todos los clubes deportivos de la comuna. Después murió hasta ahora que se retomó de nuevo la rama femenina en todos los clubes deportivos.
– ¿Cómo fue el proceso de su elección como presidenta?
– Bien doloroso porque los hombres son como machistas. Tuvimos dos elecciones, en la primera salí como primera directora, nos echaron para atrás porque quien salió de presidente no podía al tener un cargo público. Lo volvimos a hacer y la gente como que ‘reaccionó’ y ahí arrasé, gané por 26 votos. Son 120 los socios del club y en el proceso participaron 90. Lo que dijeron es que al final yo tenía que estar porque era yo la que llevaba el club. (…) Yo soy la que hago las cartas, los proyectos, todo.
– En cuanto a la ayuda comunitaria que realiza, ¿qué hace exactamente?
– Tengo una ollita común donde le doy almuerzo a los abuelitos que están en situación de abandono y también a las familias con pocos recursos. La olla se llama ‘Padre Antonio’. Siempre lo hice callada desde los 23 años de edad, pero después vinieron los políticos. Habló conmigo el actual alcalde e hicimos una olla más grande. Yo no sabía que se hacía en la Municipalidad para meterse a proyectos y ahí aprendí cómo. Me inscribí, hice todo legal y sacamos directiva hace tres años.
Yo reparto por Catemu centro, Las Varillas, La Colonia y El Seco, pero también me dedico a veces, si tengo tiempo los fines de semana, a ver a los abuelitos que tengo más lejos… Hay varios en Santa Isabel y Los Corrales. Con mi amigo Daniel Arias les llevamos frazadas y ropa de vestir más abrigadita.
– ¿Cómo lo hacen para financiarse?
– La Municipalidad nos da una subvención una vez al año. En el 2023 me metí al proyecto de Anglo American, ganando dos veces: uno de 500 mil y otro de dos millones, compré altiro mercadería. Hago rifas para comprar la carne y hay una carnicería en Catemu que me da carne molida todas las semanas.
– Sobre su trabajo en Sename, ¿qué puede contar?
– Acá había una señora que era drogadicta y alcohólica, por el tema del fútbol llegaban acá unos niñitos a jugar. Investigué (…) comencé a llevarlos para mi casa, los bañé, les saqué los piojos, les corté el pelo y ellos se empezaron a quedar. (…) Con mi marido les compramos ropa para el colegio y empezaron a ir. El más chiquitito tenía tres años de edad, los otros nueve y doce. Actualmente, son profesionales, el mayor es profesor de Educación Física y está por Santa María, el Alex se casó, sacó su cuarto medio y el más chico igual.
El DAEM quería meterlos a un hogar y yo fui al juzgado para tener el cuidado personal de los tres. Me lo dieron, pero así también ellos tenían que ir al psicólogo. Ahí conocí a otro niñito que también me lo traje, a él lo tuve dos años y después se lo devolvieron a la mamá.
– ¿Cómo nace ese interés por ayudar a las personas?
– Por mi mamá Aída Labra. Nosotras somos diez mujeres, mi mamá quedó viuda cuando tenía 30 años de edad, mi papá tuvo un accidente. Nos crió a los diez y a unos sobrinos. Mis recuerdos son que cuando estaba en el colegio y estaban esos viejitos pidiendo por la calle, dos o tres de ellos almorzaban en mi casa. Esa solidaridad la vi siempre.
– ¿Qué mensaje le gustaría dar a las personas en torno a su elección como presidenta y también la ayuda social que realiza?
– Aquí en Catemu somos todas las mujeres las que llevamos los clubes, ellos solo ponen la firma. Decirle a las chiquillas que se atrevan, no es difícil, yo ya tuve mi primera reunión. Uno va matando el machismo.
También que sean solidarios, uno llega a acostarse a una cama calentita, pero hay personas que no. Uno sabe aquí en Catemu cuáles son los niños que están en situación de vulnerabilidad, pero aun así se hacen los ciegos y yo no doy abasto para tanto porque de repente no alcanza.
Jacqueline León