Hoy 31 de diciembre, último día del año, momento ideal para hacer el ya clásico recuento deportivo de Diario El Trabajo.
Sin ánimo de ser amargados o malhumorados, pero sí muy realistas, este 2019 -a diferencia de otros que lo precedieron- regaló pocas, por no decir nulas alegrías a nivel masivo, salvo los títulos nacionales escolares del voleibol de los colegios Codillera (damas) y el Instituto Abdón Cifuentes, que logró un histórico podio en el Sudamericano de Paraguay. A esos éxitos se unió la Selección de Catemu al quedarse con el título mayor del fútbol aficionado de la región de Valparaíso.
También con notas doradas puede escribirse la medalla de oro que obtuvieron los primos Grimalt en el voleibol playa en los Juegos Panamericanos de Lima. La gesta de estos deportistas fue recibida de manera especial en San Felipe a raíz que uno de ellos (Marco) está fuertemente ligado con la ciudad, en la cual vivió y realizó sus estudios.
En esta vuelta alrededor del sol sobresalió con notas grandes la sanción de tres años sobre la balista sanfelipeña Natalia Ducó, la que con este castigo se perderá las principales competencias del orbe como por ejemplo serán los Juegos Olímpicos de Tokio.
Otra nota que también fue negativa fue el paulatino pero sostenido alejamiento de la alta competencia de la santamariana Natali Rosas, una atleta que debido al escaso apoyo optó por emprender en una empresa particular, dejando de lado la alta competencia, con lo que el valle de Aconcagua perdió a una de sus mejores embajadoras.
Sin ningún éxito e imponiendo un registro negativo de no ganar ningún partido en toda la competencia B de la LNB, el club Arturo Prat terminó descendiendo a la Tercera División del básquetbol chileno.
En el fútbol de alto nivel, que es el deporte que capta la mayor atención, Trasandino y Unión San Felipe, tuvieron campañas solo regulares, al no dar con objetivos planteados para la temporada.
La falta de experiencia le terminó jugando una mala pasada a los andinos al embarcarse en un ambicioso proyecto deportivo que encabezó el entrenador Christian Muñoz. El estratego que fue desafectado en el inicio de la postemporada (fue reemplazado por Miguel Sánchez) armó un plantel que según propia confesión de los directivos del ‘Tra’, superaba en un 50% el presupuesto del 2018, pero la inversión no rindió frutos ya que no lograron el ascenso a la Segunda División.
Unión San Felipe repitió el mismo derrotero del año anterior, al tener un comienzo simplemente desastroso en el que sufrieron cinco derrotas en línea. Las sucesivas caídas sacaron del banco técnico al trasandino Andrés Yllana, quien cedió su lugar a Germán Corengia.
Con Corengia en la banca, los albirrojos se convirtieron en protagonistas del torneo, amenazando a ratos el ingreso directo a la postemporada, pero justo en el último pleito con La Serena, que coincidió con el estallido social, el Uní Uní cayó goleado, en lo que fue la derrota que dejó dudas de su real potencial.
El azar y el movimiento social terminaron jugando a favor de los sanfelipeños porque la ANFP determinó que deberá jugarse un octagonal para otorgar el segundo ascenso a la Primera A, pero esa es otra historia que recién se escribirá al inicio de 2020.
En este recuento anual no puede quedar fuera el crecimiento que experimentó el baloncesto aconcagüino. De la mano de la ABAR, se consiguió armar una liga sólida, que sigue en un franco crecimiento, lo que se refleja en que ya hay dos divisiones en las que intervienen quintetos de toda la futura región Cordillera.
Como puede constatarse, el 2019 solo respondió a medias, ahora solo resta esperar que el nuevo año que está a horas de comenzar, traiga alegrías al por mayor para felicidad de cada uno de los lectores de Diario El Trabajo. Muchas felicidades y un abrazo a todos.
Jorge Vega Oses