Mientras que la apicultura sigue siendo una forma de ganarse la vida para miles de personas en el mundo, en Chile sin embargo las cosas parecieran no estar mejorando en este ramo del dulce oficio de la miel y la jalea real, propóleo y la cera. Estos insectos viven en colmenas ordenadas, con estructuras de celdas hexagonales en diferentes capas, con una reina central para su jerarquía impecablemente establecida. Todos sabemos que las colmenas son femeninas, que todas las abejas obreras son hembras y que sólo existen los zánganos o machos, para fecundar a la abeja reina.

Lo que no todos saben, es que sin abejas no hay leche, por ejemplo, porque todos los alimentos de los que dependen las vacas necesitan del trabajo polinizador de las abejas, el que además permite que contemos con la mayor parte de los alimentos vegetales. El punto en estos momentos exactos es que la población de las abejas ha disminuido en un 40% a nivel mundial.

 

EXPERTO OPINA

Con miras a conocer sobre este tema, Diario El Trabajo visitó la población de El Asiento, lugar en donde Luis Reyes tiene un colmenar en pleno desarrollo y producción. Este apicultor con 40 años de experiencia, habló con nuestro medio.

¿Desde hace cuánto se dedica usted a trabajar la miel y sus derivados?

– “Desde 1973 me vine de Santiago, inicié mi proyecto con unas pocas colmenas, y ahora ya tengo muchas, es un oficio que me apasiona y espero seguir creciendo como productor”.

– Se rumora de cifras altas en cuanto a la desaparición de las abejas en el mundo, ¿es verdad que un 40% de ellas ya han muerto?

– “Bueno, la cantidad exacta la desconozco, pero sí es verdad que cada día hay menos abejas, los que oyen estas cifras se preguntan ¿por qué está ocurriendo este fenómeno?, crucial en el delicado balance para la supervivencia de todas las especies. Por una parte está el alza de la varroa, mal causado en el intestino de las abejas por un parásito que afecta las colmenas en el mundo y que llegó a Chile proveniente de Asia. Otro fenómeno es el uso indiscriminado de pesticidas en la Agricultura y el Paisajismo a toda escala. Algunos incluso dicen que los cambios climáticos, o sea el calentamiento global, han afectado el desarrollo de las colmenas”.

– ¿Cuál es la razón de que estén muriendo las abejas en Chile también?

– “Nosotros los apicultores aplicamos un veneno que, aunque no mata a las abejitas, sí ocasiona que la varroa muera, lo que pasa es que con los pesticidas que tienen los árboles frutales y sus flores, las abejas se envenenan, potenciando ya el veneno que nosotros le pusimos, ocasionando así que cada generación de abejas sea más y más débil cada vez”.

– ¿Qué sugerencias usted puede compartir sobre este problema que nos afecta a todos?

– “Lo que podemos hacer todos y por lo visto ya muchos agricultores lo están haciendo, es comprar semillas que no sean genéticamente modificadas o transgénicas, cuando compramos semillas para los cultivos personales. Así mismo hay que buscar una forma en que los grandes productores lo hagan y que los productos alimenticios tengan especificaciones sobre el tipo de semillas que se utilizaron”.

– ¿Responsabilidad de quién es este problema?

– “Particularmente los futuros agrónomos, paisajistas, biotecnólogos y nutricionistas, tienen la más directa responsabilidad con estos temas. Pero es responsabilidad de todos entender lo que sucede en nuestro planeta y hacer lo que podamos al respecto”.

¿Hay que preocuparse entonces?

– “Albert Einstein decía que el día en que las abejas comiencen a desaparecer, será cuatro años antes de una situación límite para el mundo. No creo en los alarmismos o las catástrofes, pero sí en las soluciones prácticas y puntuales, una de ellas es frenar el desarrollo de una agricultura intensamente manipulada, desde los laboratorios y los químicos, sabiendo qué productos y semillas escogemos”.

 

NUEVOS APOSTADORES

Uno de los nuevos ‘apostadores’ de la miel es Raymundo Fuenzalida, sanfelipeño de 60 años que cuenta con cuatro hijas y en sus ratos libres labora como injertador de árboles.

“Yo apenas tengo tres años de trabajar con abejas, he aprendido mucho de Luis Reyes, prácticamente él es quien me introdujo en este oficio, inicié con tres cajitas y ahora tengo 15, es una experiencia muy agradable y a veces también me gano algunos pesitos”, comentó Fuenzalida a Diario El Trabajo.

Raymundo fue oficial de Carabineros en sus años mozos, asegura que al menos logra ganar para recuperar su inversión en esta nueva aventura.

“En 2012 mis abejas produjeron unos 80 kilos, ahora en febrero volveré a recoger miel, estoy seguro de que este año me irá muy bien, pues las poquitas lluvias como las de este lunes, de seguro que influirá en la producción del año”, agregó Raymundo.

Ambos apicultores siguen cuidando y curando a sus abejas, según lo que ellos explican, la varroa entra a los panales por medio de la entrada libre que los zánganos tienen en las colmenas, pues ellos son portadores y de esa manera contagian a todas las abejas.

Aunque las abejas sigan polinizando, el punto es que una enorme cantidad de cultivos son de semillas genéticamente modificadas, lo que significa que estas semillas han sido diseñadas para no necesitar más de una temporada de vida, para cumplir con los objetivos que su nueva genética ha impulsado y no necesitar reproducirse para el año siguiente, porque en su mayoría, el fenómeno de las semillas genéticamente manipuladas y los híbridos en particular, es que una vez que se logra la semilla exacta, con su vigor híbrido, estas son infértiles. Lo que deja a las abejas sin trabajo.

Roberto González Short

rgonzalez@eltrabajo.cl

 

 

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