• Como en esos cuentos de Hadas, la historia de Cecilia Verdejo tiene un final justo, feliz y bien merecido, nadie en la vida debe sufrir tanto sin recibir también los frutos de su esfuerzo por superar esos flagelos de la vida, que este reportaje sea parte de esos frutos de éxito y prestigio para su familia.

Roberto González Short – rgonzalez@eltrabajo.cl

Esta es la parte, en la íntima historia de Cecilia Verdejo y su familia, en la que las cosas mejoraron significativamente luego de que ella decide luchar con coraje para vencer todos los oscuros pronósticos médicos que pretendían sentenciarle de por vida al ostracismo existencial en una cama y silla de ruedas. Según nos relató Raúl Verdejo, padre de Cecilia, a la niña se la habían rechazado de innumerables centros recreativos y deportivos en virtud de su atrofiado deterioro de sus capacidades motoras, esto ahondaba más su determinación de abrirse paso como le fuera posible a Cecilia.

“SI TÚ LUCHAS…”

“Recuerdo que una de tantas noches en la clínica, estando mi niña en coma profundo, yo me acerqué y arrodillé, me arrodillé y le hice una promesa con estas palabras, ‘que si tú luchas sin miedo, si tú aceptas este reto de regresar a nosotros, yo te prometo que todo cuanto me pidas y esté a mi alcance, todo te lo daré, viviré toda mi vida, hasta que muera yo de viejo estaré para ti y para ayudarte a que logres realizar tus sueños’, esa fue mi promesa, supuse que ella no escuchaba”, recuerda Raúl.

“Recuerdo que cuando me dijeron que Cecilia jamás volvería a caminar, hablar ni comer por su boca, lo que hicimos fue comprarle una cama especial, luego una silla de ruedas y más tarde un ‘burrito’, hasta que ella logró poco a poco aprender a equilibrarse aunque con mucha dificultad pudo al fin caminar ayudada por los asistentes de la Teletón en Valparaíso, luego hubo que colocarle párpados de oro, para que sus ojos se pudieran cerrar con la mano”, añade Isis Varas, madre de Cecilia.

“CUMPLE TU PROMESA PAPÁ”

Cuando Cecilia contaba ya con sus nueve años, luego de que no la aceptaran en ninguna parte a las que visitaron, ella le dijo a su padre que quería aprender a patinar. Raúl no quiso de primera, apoyarle en tan riesgosa travesía, pues apenas ella lograba dar algunos pasos.

“Pero papá, tú me lo prometiste, tú me dijiste que si yo me levantaba de aquella cama, que tú me ayudarías a lograr todos mis sueños, y este sueño de aprender a realizar patinaje artístico no es imposible, cúmpleme por favor esa promesa”, fueron las palabras de Cecilia a su padre Raúl.

Con este desafío frontal frente a su cara, Raúl dispuso buscar clubes de patinaje que quisieran aceptar a una niña con las características de Cecilia.

“Uno tras otro fueron desechando a mi hija y no la recibieron, hasta que conocí a Andrés Figari, Presidente del Club de Patinaje ‘Rolito’, él me dijo: ‘¿Y por qué ella no puede ser patinadora?’, al tiro la inscribí”, asegura el padre de Cecilia.

Con la llegada de Cecilia a ‘Rolito’, el peso del desafío individual para cada una de las pequeñas patinadoras que ella representaba, aumentaba cada día con cada uno de sus progresos, pues ‘si ella puede, ¿cómo no las demás?’.

Lejos de que nacieran celos o envidias, las compañeritas de la niña se fusionaron en un solo equipo de patinaje y juntas empezaron a brillar en cada una de las pistas en las que han competido en Chile.

TIEMPO DE COSECHAR

“Los aplausos, las medallas, los gritos de júbilo y los trofeos deportivos no se hicieron esperar para Cecilia. Siendo ella ciega, se las vio de ‘tú a tú’ con las mejores patinadoras de su edad, niñas completamente ‘normales’ contra ella se miden regularmente en las mejores justas deportivas del país.

La hermanita de Cecilia, Natalia Verdejo, de 10 años, también se ha hecho una ‘estrella’ infantil sobre ruedas, pues también ella entró a Club Rolito de la mano de Cecilia.

“A veces como niña siento que no soy ‘la estrella’ que llama la atención con mis cosas, mami me explica que tenemos que darle un poquito más de atención e importancia a mi hermana Cecilia, yo también patino y busco abrirme paso en la vida con mis sueños propios”, asegura Natalia.

“Me siento muy orgullosa con ella, he aprendido mucho de su fortaleza y perseverancia, a todos los campeonatos en que ellas participan yo voy, mis nietas me dan fuerza diariamente con su ejemplo”, expresó a Diario El Trabajo Cecilia Gallardo, abuela de estas pequeñas patinadoras.

“Yo le quiero dar las gracias a Dios por darme una familia que me apoya en todo lo que me propongo, también a los profesores que valoran mis capacidades, al profesor del Club, Rolito Arévalo que siempre me ayuda a superarme en mi disciplina deportiva, todos los que me apoyan y me hacen barra en las competencias, ahora lo que quiero ser es Nutricionista cuando sea grande”, dijo finalmente Cecilia Verdejo.

La historia de esta pequeña sanfelipeña es un aleccionamiento de primer nivel para quienes conocemos ahora su dolor, pureza y deseos de seguir triunfando en la vida. En 1880 Helen Keller nació en Tuscumbia, una pequeña ciudad rural de Alabama, Estados Unidos. Ella superó su sordera, mudez y ceguera, para convertirse en una gran escritora y activista política en su país, quizá tengamos el honor de contar como ‘nuestra’ a la ‘Helen Keller chilena’ de nuestra era, una joven mujer que seguirá sorprendiéndonos en cada una de sus proezas.

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Como en esos cuentos de Hadas, la historia de Cecilia Verdejo tiene un final justo, feliz y bien merecido, nadie en la vida debe sufrir tanto sin recibir también los frutos de su esfuerzo por superar esos flagelos de la vida, que este reportaje sea parte de esos frutos...