En una emotiva ceremonia, los ahora ex gendarmes fueron despedidos con los más altos honores de Estado. Diario El Trabajo estuvo ahí para compartirlo hoy con nuestros lectores.

  • Luego de laborar 30 años cada uno dentro de los centros penitenciarios de Chile y, con sus frentes muy en alto, estos tres oficiales penitenciarios hoy se retiran del servicio activo para incorporarse a la vida civil y familiar a tiempo completo.

Roberto González Short – rgonzalez@eltrabajo.cl

La satisfacción de haber terminado 30 años de labor continua para el aparato penitenciario de Chile sin haberse desviado en el camino y salir ‘por la puerta grande’, es una faena que enorgullece a los tres gendarmes sanfelipeños que el pasado viernes fueron cesados de sus servicios activos en una emotiva ceremonia coronada de abrazos y lágrimas de gran alegría colectiva.

Los actos protocolarios se realizaron en el Salón de Honor del Hotel Hacienda Rinconada, y al evento asistieron las familias de los homenajeados, así como altas autoridades de Gendarmería de Chile.

El Suboficial Mayor José Carballo, su esposa Elina González y sus hijas Débora, Isabela y Joaquina, componen la ejemplar familia.

Diario El Trabajo reconoce hoy la valía de su labor al servicio de la sociedad y el país en virtud de su honestidad y transparencia operativa al acogerse ellos a su Jubilación, veamos una reseña sobre sus vidas y carrera profesional tras las rejas de las prisiones de Chile.

Por su parte, el Capitán Felipe Cornejo, Alcaide del Centro Cumplimiento Penitenciario de San Felipe, expresó su orgullo al haber sido Jefe de los ahora ex funcionarios.

«Es para mi un orgullo el haber trabajado casi cinco años con ellos, los tres llegaron a la cúspide de una carrera que no es fácil, trabajar con la población Penal y durar 30 años es digno de reconocérsele, la verdad es que perdimos un excelente material humano con la partida de los tres», reconoció Cornejo.

IMPECABLE CARRERA

Pedro Arnaldo Fernández Flores ingresó a la Escuela de Gendarmería el 15 de marzo de 1982, para formar parte del Curso de Formación de Vigilantes Alumnos, egresando el día 6 de diciembre del año 1982.

Su primer destino es en el Destacamento de Tribunales de Justicia de la ciudad de Santiago, siendo su nombramiento como Gendarme titular Grado 22° E.U.S. para iniciar así una carrera que lo llevaría exitosamente a escenarios carcelarios de gran peligrosidad y complejidad operativa. Fue su honestidad la que le permitió llegar al final de su trayectoria con su reputación al tope.

El Suboficial Mayor Ramón Cerda; su esposa Marianela Herrera; sus hijas Andrea; Josefa y su nieta Estephanía, celebraron de la cálida noche de gala en el Hotel Hacienda Rinconada.

En el Centro de Readaptación Social de Los Andes laboró a partir del 6 de febrero de 1985, donde cumplió funciones como Centinela en Garita hasta que nuevamente la Superioridad del Servicio dispone su traslado al Centro de Readaptación Social de San Felipe desde el 11 de enero de 1990, donde pasa a cumplir funciones en servicios de Guardia Interna y Comandante de Guardia. El 29 de noviembre de 1991 es promovido de Gendarme a Vigilante 2° Grado 18° E.U.S.

En esta etapa de su carrera, Fernández logra meritoriamente todas las promociones para alcanzar definitivamente el día 10 de noviembre de 2010, su ascenso al Grado Superior de Suboficial Mayor, que es el que todo funcionario penitenciario de la Segunda Planta de suboficiales penitenciarios anhela cumplir. Por último, y una vez que cumple los 30 años de servicio, presenta su retiro a contar desde el día 1º de abril de 2012, fecha en que deja de pertenecer como funcionario activo de esta noble Institución.

A SOLAS CON RAMÓN CERDA

El Suboficial Mayor, Ramón Cerda Quiroga, habló con Diario El Trabajo.

Cerda tiene una saludable familia compuesta por tres hijas y su esposa, así como tres nietos.

Treinta años después.

– ¿Cómo fue su carrera dentro de la institución?

– «Yo empecé mi carrera a la edad de 21 años en Santiago, venía de la ciudad de Cauquenes. Entré a trabajar a cumplir muchos anhelos y sueños que tenía desde niño. Pude ver en mis 30 años en las prisiones, cómo cambió rotundamente la clase de delincuencia con la que tuve que lidiar. Antes los presos eran más respetuosos con nosotros los funcionarios, no eran tan osados ni la criminalidad giraba en torno a las drogas como ahora».

– ¿Tiene usted claro lo que hará ahora que deja el uniforme?

– «Por el momento no lo tengo bien claro, eso sí, quiero recuperar el tiempo perdido y dedicarme totalmente a mi familia, pues como ambos trabajamos, los contratiempos siempre se presentaron por tanto sacrificio de ambas partes».

– ¿Algún ‘fantasma’ del pasado que le atormente?

– «Lo que más me dolió en todos estos años, fue ver a algunos compañeros de labores que, tras pocos meses de jubilados, fallecieron por distintas enfermedades sin poder disfrutar de su retiro, eso me dolió mucho».

– ¿Qué le aconseja usted a los nuevos oficiales que vienen empezando en este oficio?

– «La cosa es difícil, hay muchas tentaciones en el camino, hay que tener el Norte bien definido, cuando uno puede ser vulnerable a la corrupción, hay que recordar entonces los valores y enseñanzas de la Familia, muchos colegas se caen en el camino en cosas que no son las debidas».

«TUVE QUE DISPARAR»

José Carballo Salcedo es el tercer Suboficial Mayor que dejó su uniforme para pasar a la vida civil y familiar a tiempo completo. Carballo compartió también unos minutos con Diario El Trabajo.

– ¿Cómo se siente ahora que se retira de las prisiones?

– «Siento gran satisfacción de cumplir la meta, ingresé el 15 de marzo de 1982 a Gendarmería y me asignaron a San Felipe, me siento feliz y triste a la vez, alegría por cumplir la meta y tristeza por dejar mi uniforme».

– ¿Se enfrentó usted a situaciones de peligro dentro de alguna cárcel?

– «Los motines e intentos de fuga. En mi carrera enfrenté tres motines violentos. Cuando laboré en Putaendo, tuve también que participar en controlar una fuga de siete internos, ese trabajo era caótico y peligroso pues sólo trabajábamos dos oficiales para atender a 50 internos».

– ¿Disparó alguna vez contra un interno?

– «Sí, tuve que dispararle a un interno en un intento de fuga en La Ligua».

– ¿Qué aprendió de esos treinta años de vivir entre presos?

– «Aprendí cosas que nunca imaginé, miré cosas que nunca había visto, convivir con personas que están tras las rejas cumpliendo por sus conductas de violar la Ley. Con el tiempo el mismo trabajo te va enseñando a tratar con esas personas, porque ser Oficial de Gendarmería a veces uno tiene que hacerla de padre y de hermano para darle apoyo a veces a los internos».

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Luego de laborar 30 años cada uno dentro de los centros penitenciarios de Chile y, con sus frentes muy en alto, estos tres oficiales penitenciarios hoy se retiran del servicio activo para incorporarse a la vida civil y familiar a tiempo completo. Roberto González Short - rgonzalez@eltrabajo.cl La satisfacción de haber...