Y ahora, una de ladrones. Muchos quizá sigan poniendo en duda la importancia de aquellos consejos que nuestros padres siempre nos dieron, consejos sobre la honradez y el respeto a lo ajeno, pero para que aprendamos cuál es el final de quienes practican la cleptomanía, es que hoy en Diario El Trabajo te presentamos una entrevista en Exclusiva, misma que fue realizada a un ladrón de talla internacional que, aunque golpeó los bolsillos de los millonarios en América, África y Europa, hoy nos confiesa algunos de sus crímenes, pero mientras cumple una condena de doce años por el delito de Robo con violencia. El entrevistado, Walter Vergara, recientemente publicó su primer libro, Viajes por el umbral, en el que relata sus aventuras como ‘ladrón de mano blanca’, hoy comparte con nuestros lectores un resumen sobre su vida.

VIVIENDO EN LAS SOMBRAS

Walter Rodrigo Vergara Marín, de 43 años y quien se hiciera pasar por casi 30 años de su vida, por un italiano llamado Alessandro Grossi, de quien él usó su pasaporte desde los años ochentas, habló ampliamente con Diario El Trabajo. Vergara nació en Viña del Mar, un hogar destrozado por la separación de sus padres.

– ¿Cómo fue tu niñez?

– «Nací en Viña del Mar, al poco tiempo de que naciera, mis padres se separaron, mi madre trabajaba y yo pasé una niñez en las calles de Viña, no pasaba hambre, pues mamá siempre me daba lo que podía, lo que sí marcó mi niñez fueron los malos amigos, así me encontré con amigos menos afortunados que yo y deambulamos en las calles por varios años».

– ¿Cuál fue tu primer robo?

– «Mi primer robo fue un par de guantes en una tienda, yo tenía como trece años cuando me inicié en el robo, lo hice para demostrarle a mis amigos ‘que yo podía hacerlo’, también para sentir que le estaba robando a los que tenían más que yo, conocí así los efectos de la adrenalina, me empezó a gustar el riesgo y el peligro».

– ¿Entonces usted era un ‘mechero’?

– «Sí, ya yo era un mechero, estuve detenido muchas veces en la 24 de Menores de Santiago, pues me fui para la capital a probar suerte, sólo me detenían por Vagancia, nunca por algún delito por el estilo, nunca pertenecí a ninguna banda delictiva, así pasé yo a ser un mechero hábil en lo que hacía, robar por descuido en todo Santiago».

– ¿Cuándo lograste tu internacionalización como delincuente?

– «Mi internacionalización la logré después de que me asocié con personas que se dedicaban a cambiar dólares, pues Pinochet tenía muy controlado el tema de esa moneda. Me propuse entonces obtener un pasaporte de alguien de mi edad, fue así como llegó a mis manos el pasaporte de un italiano llamado Alessandro Grossi, con ese documento logré burlar a las autoridades y salir de Chile para iniciar mis aventuras en Europa».

– ¿Dónde fue tu ‘escuela’ y cómo llegaste a ella?

– «En este primer viaje me fui directamente a Nueva York, ahí fue mi escuela del crimen. También me encontré con un europeo que me contactó con otras personas para cuando llegara a EE.UU., yo le dije a mi madre que me venía a trabajar, pero en realidad me fui a la aventura. Viví en Harlem, Alto Manhattan, la 43ª Street, El Bronx y otros lugares, anduve con todo el mundo, yo era el más chico y de todos aprendí. Lo primero que hay que aprender para dejar de ser ‘aficionado’ y pasar a ‘las grandes ligas’, es conocer Marca, perfiles de las personas y cuál es el turismo de lujo, todo eso lo aprendí en Nueva York».

– ¿Fuiste detenido fuera de Chile?

– «Una vez que perdí el miedo en robos ya profesionales en hoteles finos y a turistas millonarios, empecé a dar golpes a las joyerías finas, hasta el The New York Times hice sonar, pues cometí robos en tiendas de la Quinta Avenida, de donde robaba relojes carísimos, estaba yo en la cima de mi profesión como ladrón internacional. Tampoco fue un paraíso, claro que fui detenido, me capturaron como 45 veces sólo en los Estados Unidos».

– ¿Por qué estás preso aquí en San Felipe?

– «Regresé a Chile para disfrutar también un poco con mi familia, irónicamente robé toda mi vida y nunca fui sentenciado, pero recibo en 2010 una condena de doce años por un delito que no cometí. Cualquier persona que recibe una condena así, puede que se derrumbe, sin embargo yo he aprovechado estos años en prisión para ponerme las pilas. Estoy trabajando como encargado de la biblioteca de la cárcel, ya terminé de escribir mi primer libro, mismo que ya publiqué y que se llama Viajes por el umbral».

– ¿Qué aprendiste luego de que terminaras aquí sin poder respirar ni una sola flor del campo?

– «Estar preso es doloroso, les digo a los jóvenes que mejor se lo piensen bien si se les ha pasado por la mente meterse en esto del robo, que mejor disfruten de su familia si aún la tienen, porque esta vida tras las rejas yo no se la deseo a nadie, por mucha plata que yo pude tener, plata sucia por cierto, pero que al tiempo se acaba igual que como vino. Mi mejor tesoro ahora es mi familia, aunque no siempre la valoré».

– ¿Seguirías robando si sales vivo de aquí y recuperas tu libertad?

– «No. No voy a seguir robando, seré un empresario y escritor, porque aunque no entiendo el porqué tan alta mi sentencia, lo que sé es que en esta cárcel me han ayudado a sentar cabeza, no hay mal que por bien no venga».

 PARA VERDADES, EL TIEMPO

Diario El Trabajo habló con el Mayor Andrés Felipe Romero Fernández, Alcaide del CCP San Felipe, quien comentó que «Walter Vergara es un Interno que ha venido presentando una conducta social adecuada, hasta el momento muestra interés en una adecuada adaptación y no tiene reportes por riña o conflictos a lo interno de la cárcel».

Si bien es cierto en Diario El Trabajo no aplaudimos los actos de este delincuente internacional ni avalamos el daño económico hecho a ricos y a los no tan ricos, en lo que sí podemos hacer una pausa es en reconocer que al final de la historia de Walter Vergara, él logra dirigirse a sus lectores en la condición a la que pertenece, la de una persona irrespetuosa del bien ajeno y hasta de las identidades ajenas, pues Vergara confiesa que también utilizó otros nombres y apellidos para sobrevivir impune a la sombra del crimen. Que los años que le faltan por cumplir le ayuden a encontrar su norte.

Roberto González Short

rgonzalez@eltrabajo.cl

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