Se llama Marcela y falleció esta semana en San Felipe. Con ella y con su muerte la familia cierra un capítulo de su historia consanguínea, pero gracias a la generosidad de ella y su familia se abrió un nuevo capítulo para varias otras familias.
Marcela se convirtió en la segunda donante de órganos en lo que va del año en el valle del Aconcagua. En jerga hospitalaria se habla de ‘procurar’ a las gestiones que se hacen frente a los familiares, para convencerlos de ser donantes porque -como lo señalaremos- a pesar de la modificación a la ley de ‘donante universal’, todavía es necesario que los familiares autoricen la donación. Es decir, si el paciente manifestó en vida el deseo de donar, si la familia no acepta, el proceso no continúa.
En el domicilio de Marcela, es velado su cuerpo, y afuera nos acercamos con el respeto que la ocasión lo amerita, para intentar conocer un poco más de esta anónima mujer que se transformó en una prolongadora de vidas.
Su familia acepta, en un acto noble, ser promotores de la donación de órganos y manifiestan su necesidad de contar la historia que rodea la primera donación en el valle con la nueva legislación, misma que nos pone restricción a poder difundir la identidad de los implicados.
La muerte se transforma en vida
Fernando P. G. relató a SoyAconcagua.cl, medio amigo de Diario El Trabajo, que “esta situación es tremendamente dolorosa, porque mi hermana estaba bien hace unos días y de pronto está en la ducha, se cae en la tina, se golpea y la llevamos al hospital… ahí la revisaron y la mandaron devuelta a la casa. Cuando estaba en la casa, Marcela se cae nuevamente pero ahora con convulsiones. La volvimos a llevar al hospital y ahí nos dijeron que ella tenía un daño cerebral y la derivaron a Valparaíso. Cuando llegamos allá nos mandaron devuelta porque según el doctor tenía el 95% del cerebro dañado y ya no había nada que hacer”.
– ¿Qué significa esta situación para ustedes en ese momento?¿Lo hablaron?
– “Nosotros hablamos que no podíamos hacer nada y un doctor se acercó a proponernos la donación… fue muy complicado y difícil de tratar”.
– ¿Cómo era Marcela?
– “Marcela es una mujer …. (el hombre llora y muy emocionado intenta armar frases), era una persona alegre, muy creativa, a nosotros nos sorprendía siempre con cosas. Yo destaco eso, su creatividad, era una amiga leal, muy leal con la gente que le rodeaba.
“Para nosotros esta era una situación sumamente difícil. Primera vez que nos enfrentábamos a algo así. Discutimos el tema en el hospital y decidimos prolongar las sonrisas, cariño y creatividad de la Marcela en otras personas. Fuimos muy realistas y decidimos firmar para que ella pudiera ayudar a otros”.
En tanto el padre de la donante explicó que él y su familia son profundamente católicos, por lo que el tema de la donación de órganos no era de su agrado “por el respeto al cuerpo que Dios nos dio.
“Yo no estaba de acuerdo por nada del mundo, pero me creerá usted que algo inexplicable me pasó en ese momento de decidir, que me dije ¿y para qué le va a servir ahora? Y firmé nomás”.
– ¿Cree que hizo bien?
– “La verdad es que no lo sé. Quizá me arrepienta después, pero ahora no lo sé”.
Lo cierto es que mientras la familia P.G. llora la pérdida de su hermana, madre, hija y amiga, otras seis familias en el país están llorando de alegría por uno de los suyos.
La realidad de la donación de órganos en el país y la zona
A la fecha 337 personas han sido trasplantadas este año en Chile, según la Corporación Trasplante y el año pasado se alcanzó a 506 pacientes con poco más de doscientos donantes. La lista de espera en tanto, asciende a 1370 personas que esperan órganos, y más de 1.000 necesitan tejidos como córneas, huesos, piel y/o válvulas cardiacas. Estas cifras nos posicionan como el peor país de Latinoamérica en la materia.
En Aconcagua las cifras son todavía más decidoras: 6 personas esperan un trasplante con urgencia, y la lista aumenta a más de trescientos si contabilizamos los que requieren tejidos. Y los pacientes que se controlan en la red privada de salud.
Todos coinciden con el hecho de que en nuestro país tenemos una característica muy individualista y hay mucho trabajo para convertir a nuestra sociedad en altruista, aunque se reconoce como un proceso muy lento. La meta autoimpuesta por el equipo de procuradores, es que en el Hospital San Camilo se consiga procurar a lo menos a cinco donantes.
Más tajante aún es la cifra que indica que del total de personas que podrían declararse donante, solo el 1% reúne los requisitos clínicos para convertirse en donante exitoso.
¿Cuántos donantes?, solo dos donantes procurados. Sí, leyó bien, en todo el año solo dos pacientes se convirtieron en donantes, y esa estadística debiera cambiar por el bien de los cientos que esperan, y a los que Marcela, con su encanto, alegría y creatividad supo darle una luz de esperanza, y la convicción de que las cosas debieran comenzar a cambiar.